martes, 25 de mayo de 2010

El agua de la estratosfera tiene su importancia

Malos tiempos para el IPCC (Panel Internacional del Cambio Climático). Después de que un pirateo de los archivos de la Universidad de Anglia, en Inglaterra, revelara que hay, aparentemente, intentos de falsear datos, se descubre que algunos estudios en los que se basado el IPCC para hacer su último informe (velocidad de desaparición de los glaciares y de la selva amazónica) son, cuando menos, muy poco documentados. También hay serias dudas sobre la fiabilidad de los datos provenientes de China. Pero la preocupación mayor de los responsables del IPCC es que el planeta parece haber dejado de calentarse desde principios de la década actual. Y, lo que faltaba, un informe recientemente publicado da una explicación razonable a esta frenada del calentamiento global y, a la vez, da una nueva explicación al calentamiento global de los años 1975 a 2000.

Un nuevo informe en Science, publicado el pasado 28 de enero, está haciendo furor en la red. Subraya lo que muchos científicos han estado diciendo durante años, que es el vapor de agua, y no el CO2, quien ha estado impulsando los cambios de la temperatura global en las últimas décadas. La concentración de vapor de agua estratosférico ha disminuido en un 10% desde del año 2000, ralentizando el ritmo de aumento de temperatura de la superficie mundial en los últimos 10 años. También parece probable que el vapor de agua en la estratosfera ha disminuido entre 1980 y 2000, provocando un suplemento del 30% en el aumento de las temperaturas de la superficie. Estos hallazgos muestran que el vapor de agua estratosférico representa un importante motor de cambio climático global.

El nuevo informe, "Contributions of Stratospheric Water Vapor to Decadal Changes in the Rate of Global Warming", de Susan Solomon et al., indica que entre los años 2000 a 2009 disminuyó el nivel de vapor de agua en la atmósfera superior disminuyendo el calentamiento global en un 25% en comparación con lo que se habría producido debido sólo al dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero.

El contenido de vapor de agua de la atmósfera es muy variable, que van desde un 0% a un 4%. Aproximadamente el 99% de este vapor de agua se encuentra en la troposfera, pero también está presente en altitudes más altas. El aumento de vapor de agua estratosférico actúa de manera que se enfría la estratosfera, pero calienta la troposfera subyacente. Como era de esperar, lo contrario también es cierto: si en la estratosfera disminuye el vapor de agua, se calienta la estratosfera, pero disminuyen las temperaturas del aire más cercano a la superficie de la Tierra. Estudios anteriores han sugerido que el vapor de agua de la estratosfera puede contribuir significativamente al cambio climático, la pregunta que quedaba en el aire era cuantificar esta influencia.

El vapor de agua entra en la atmósfera a partir de diversos orígenes. Por ejemplo, el vapor de agua es el gas volcánico más común, representando más del 60% del total de emisiones durante una erupción. Pero es el agua que se evapora de la superficie de los océanos la que proporciona la mayor parte del vapor de agua en la atmósfera de la Tierra. El vapor de agua troposférico aumenta en estrecha asociación con el calentamiento y esto representa una respuesta climática importante. La condensación de vapor de agua para convertirse en líquido o hielo crea las nubes, la lluvia, la nieve, y otras formas de precipitación. Y el calor de condensación es otro factor importante que influye en el clima.

La tropopausa es la frontera entre la troposfera (la parte más baja de la atmósfera) y la estratosfera, la segunda capa de la atmósfera. Si subimos desde la superficie, el aire se enfría con la altura. Pero, a unos 12 km de altura (algo más en los trópicos), el aire se empieza a calentar a medida que subimos, formando una especie de inversión térmica (ver la figura). La tropopausa es el punto donde el aire deja de enfriarse con la altura. De manera más científica, es la región de la atmósfera donde el ritmo al que la temperatura disminuye con la altura cambia de positivo a negativo. En la estratosfera las capas más calientes son las capas que están más arriba y las más frías son las que están más abajo.

La estratosfera está casi completamente seca, sin vapor de agua. Las nubes se han quedado abajo, en la troposfera, y son incapaces de traspasar la inversión térmica de la frontera. Antes de llegar allá, por lo general, las gotitas de agua de las nubes ya se han helado y precipitado y, además, las burbujas de aire ascendente se frenan cuando, de repente, encuentran capas de aire ambiente más cálidas y menos densas que ellas mismas. Pero la tropopausa no es completamente impermeable al vapor de agua, y permite que haya algunos intercambios entre trposfera y estratosfera. Es decir, la cantidad de vapor de agua estratosférico puede cambiar.

La investigación supone que entre 1980 y el período de 1996-2000 el vapor de agua ha aumentado de manera uniforme de 1 ppmv en todas las latitudes y altitudes por encima de la tropopausa, y se calcula que este aumento de 1 ppmv equivale un forzamiento radiativo de 0,24 W m/2. En comparación, el aumento de forzamiento radiativo debido al aumento de dióxido de carbono se estima en alrededor de 0,36 W m/2 durante el período que va de 1980 a 1996.

Los autores concluyen que el estudio diciendo: "Este trabajo destaca la importancia del vapor de agua estratosférico en las tasas de calentamiento, y se basa directamente en observaciones, mostrando la necesidad de nuevas observaciones y un examen más detallado de la representación de los cambios de vapor de agua estratosférico en los modelos climáticos”. En otras palabras, tenemos que mejorar nuestro conocimiento teórico, recoger mejores datos, y realizar cambios importantes en los modelos climáticos, que no son suficientemente exactos.

Este estudio, encabezado por Susan Salomon, que es una eminente especialista en la estratosfera y ferviente creyente en el cambio climático provocado por los gases de efecto invernadero, demuestra que las predicciones catastrofistas que el IPCC ha hecho hasta el momento deben tomarse con pinzas, ya que queda mucho por conocer sobre los mecanismos que dominan los cambios de clima.

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