Durante el Dryas Reciente, hace 12.000 años, se produjo un cambio climático
abrupto. En un reciente artículo, Ancient cold period couldprovide clues about future climate change, se muestra que este cambio ocurrió rápidamente
en las latitudes del norte, pero de manera mucho más gradual en las regiones
ecuatoriales, un descubrimiento que podría ser importante para comprender y
responder a futuros cambios climáticos.
El Dryas Reciente fue un período de enfriamiento que se inició cuando la
Corriente del Atlántico Norte dejó de circular. Esta parada en la circulación
oceánica fue la causa de que el hemisferio norte de la Tierra sufriera un
enfriamiento notable, con temperaturas en Groenlandia que cayeron en
aproximadamente 10 ºC
en menos de una década.
Este evento también fue la causa de que las precipitaciones disminuyeran en
lugares tan lejanos como Filipinas. Sin embargo, mientras que las temperaturas
en Groenlandia respondieron rápidamente a la parada corriente oceánica y a su
posterior reinicio 1.000 años más tarde, llevó cientos de años para que las lluvias
en Filipinas se vieran afectadas y se recuperasen posteriormente.
Es como si la temperatura en Groenlandia fuera como una pequeña nave que se
puede parar y dar vuelta rápidamente a causa de la influencia del hielo marino
en la región, mientras que la precipitación en los trópicos es como un gran
barco que tarda mucho tiempo para corregir el rumbo.
Los cambios en la temperatura y las precipitaciones están vinculados a una
causa común: la desaceleración de las corrientes oceánicas en el Atlántico
Norte, que afectan el clima y la temperatura a medida que avanza el agua
caliente desde el Golfo de México hacia el Ártico. A medida que el mundo se fue
calentando después de la última edad de hielo, los glaciares se derritieron y
el agua de los mares del norte se diluyó con agua dulce. El cambio resultante
en la densidad del agua del océano interrumpió la corriente, modificando el
clima y causando un periodo de enfriamiento global.
Este nuevo estudio concluye que estos cambios no se producen o se recuperan
al mismo ritmo en todo el planeta, como se había asumido previamente.
Comprender la relación entre la temperatura y la precipitación a raíz del
cambio climático es particularmente importante, ya que puede darnos idea
bastante precisa de lo que podría suceder si las capas de hielo del planeta continúan
perdiendo masa y añadiendo agua dulce al Atlántico Norte.
Cueva en la que los autores del artículo obtuvieron la estalagmita objeto del estudio
Los investigadores descubrieron cómo las lluvias en Filipinas se vio
afectada por el evento del Dryas Reciente mediante el análisis de minerales
depositados en una estalagmita que crece desde el suelo de una cueva en el
Parque Nacional del Río Subterráneo de Puerto Princesa en Palawan. Encontraron
que se tardó más de 550 años para que las condiciones de sequía llegaran a
alcanzar su máximo punto en la región, y cerca de 450 años para volver a los niveles
después de que la Corriente del Atlántico Norte comenzara a circular de nuevo.
El registro sugiere que las precipitaciones fueron un 25 % más bajos que los
niveles actuales durante una ola de frío.
Luego compararon estos resultados con los datos de núcleos de hielo
previamente publicados. Según estos registros, se tardó una década o menos para
que las temperaturas en Groenlandia cayeran unos 10 ºC una vez la corriente se
colapsó, y cerca de 40 años para recuperarse después de que se reiniciara.
Modelos computacionales de la temperatura y la precipitación Younger Dryas
también proporcionaron información sobre el papel del hielo marino en el cambio
brusco de temperatura de Groenlandia.
El hielo marino alrededor de Groenlandia actúa como un "interruptor",
causando que esa región responda más rápidamente que el resto del planeta. Esto
es así porque el aire queda aislando del calor almacenado en el océano profundo.
La comprensión de los patrones y mecanismos de la respuesta climática a
eventos de cambio climático abrupto como el Dryas Reciente tiene importantes
implicaciones para futuros cambios climáticos. Está demostrado que los cambios
recientes en el Atlántico Norte han causado cambios climáticos en todo el
mundo. Por lo tanto, el Dryas Reciente podría ser un posible escenario para
futuros cambios que pudieran ocurrir bajo el cambio climático antropogénico
actual.
Bajo el calentamiento global, el debilitamiento de la Corriente del
Atlántico Norte puede afectar los patrones de cambios climáticos regionales, y
el conocimiento de lo que sucedió durante el Dryas Reciente proporciona un
marco para los cambios que podríamos esperar que se produzcan.
El análisis de los datos instrumentales para el siglo XX sugiere que un
enfriamiento brusco del Atlántico Norte en la década de 1960 estuvo acompañado
de cambios en todo el mundo en los climas regionales de verano, y un estudio
reciente indica que la Corriente del Atlántico Norte ya se está desacelerando.
Una implicación importante de este estudio es que si hay una marcada
reducción en la Corriente del Atlántico Norte en el futuro, los efectos serán
detectables en las temperaturas del norte del Océano Atlántico en cuestión de
décadas, mientras que tardará siglos para detectar la señal en el hidroclima
tropical. Este retraso también se extiende al período de recuperación, donde
los cambios en hidroclima tropical continuarán mucho después de la Corriente
del Atlántico Norte y las temperaturas del Atlántico se recuperen, retrasando
así el retorno a las condiciones normales para una gran parte del planeta.
La síntesis de los datos paleoclimáticos y la comparación con simulaciones
de modelos climáticos aumenta nuestra confianza en los efectos previstos del cambio
climático global sobre la Corriente del Atlántico Norte en el futuro.
Por
último, la lenta recuperación al final del Dryas reciente observada en Palawan
y otros lugares fuera del océano Atlántico Norte, permite una nueva utilización
de los registros de los núcleos de hielo de Groenlandia como indicadores de la
rapidez a la que se manifiestan los fenómenos climáticos a nivel mundial debidos
a cambios en la Corriente del Atlántico Norte.