Un 25 – 30 % de las
emisiones de CO2 a la atmósfera van a los océanos. Es decir, de las
más de 30.000 millones de toneladas de CO2 emitidas anualmente a la
atmósfera, del orden de unos 10.000 millones se disuelven en los océanos.
El CO2
disuelto en el agua reacciona con ésta, dando lugar a un ión H+ y a
un ión bicarbonato HCO3- , según la reacción
CO2 + H2O = H+ +
HCO3-
En el agua del mar, los
ión H+ formados en la reacción anterior reaccionan con los iones carbonato CO3=
existentes en el agua (provenientes de la meteorización de las rocas), dando
lugar a otro ión bicarbonato
H+ + CO3= = HCO3-
La reacción global es,
pues
CO2 + CO3= + H2O
= 2 HCO3-
Esta reacción no es
completa, ya que el equilibrio entre el CO2 disuelto los iones
carbonato y bicarbonato se sitúa, en las condiciones del Atlántico Norte,
aproximadamente en un 90 % de bicarbonato, un 9 % de carbonato y un 1 % de CO2
disuelto. Al no ser completas, se produce un aumento de los iones H+
en el agua del mar, lo que se conoce como acidificación de los océanos. La
concentración total de los tres es del orden de 2 × 10-3 mol/kg.
El pH mide la acidez del
agua. Desde el inicio de la revolución industrial se estima que el pH del
océano ha disminuido en 0,11, desde un pH inicial de 8,18. Puede parecer poco,
pero, al ser el pH una función logarítmica, el incremento de los iones H+
en el agua de los océanos ha crecido un 29 %. Se calcula que, de seguir
emitiendo CO2 a la atmósfera al ritmo actual, en el año 2100 el pH
se habrá reducido de 0,3 a
0,4, lo que equivale a un aumento del 100 al 150 % de la concentración de iones
H+.
Como buena parte de los
organismos marinos necesitan calcificarse para existir, y un aumento del pH
debido a la disolución de CO2 en el agua de los océanos conduce a
una disminución de la concentración de iones carbonato, puede llegar un momento
en que no haya suficientes iones carbonato para la calcificación de los
organismos. Esto se produce cuando la concentración de iones carbonato no esté
sobresaturada.
En algunas zonas de las aguas árticas y
antárticas, donde se disuelve una mayor cantidad de CO2 en el agua,
al estar ésta más fría, ya se ha alcanzado un nivel de concentración de iones
carbonato inferior al de la concentración saturada, y ya se están empezando a
encontrar pequeñas criaturas con indicios de
disolución de sus caparazones cálcicos.
Pero la calcificación no
es el único proceso que puede verse alterado por la acidificación de los océanos,
ya que el aumento de la concentración de CO2 disuelto tiene el
potencial de alterar la fisiología básica de cualquier organismo marino. Todos
los organismos producen CO2 al respirar. Y tienen que desembarazarse
de este CO2 para prevenir su propia acidificación. Nosotros tenemos
unos mecanismos muy buenos para librarnos de este CO2, pero no todos
los animales respiran del mismo modo que nosotros, y muchos de ellos tienen
sistemas para desembarazarse del CO2 peores que el nuestro.
Los cangrejos, por ejemplo,
se mueven mucho y producen, por tanto, mucho CO2. Se libran de él
mediante la generación de bicarbonato en sus células. Otros animales más sedentarios, como las
lapas, no tienen sistemas tan sofisticados como los cangrejos para eliminar el
CO2 que producen, ya que por su baja actividad producen poco. Este
tipo de organismos es mucho más propicio a tener acidosis con una acidificación
de los océanos.
La reproducción de los
pequeños animales marinos es especialmente sensible a la acidificación de los
océanos, ya que muchos huevos son fertilizados por el esperma en el agua. Al
ser, tanto huevos como esperma, de tamaño muy reducido, son muy sensibles a las
condiciones químicas del agua.
Otra fase del desarrollo
de los invertebrados sensible a la acidificación es su fase larval, en la que
desarrollan pequeños esqueletos de carbonato de calcio que les permiten nadar
correctamente y, por consiguiente, poder comer. En las condiciones de pH que se
esperan para fin de siglo, es muy probable que habrá menos larvas que podrán
desarrollar este miniesqueleto, por lo que, al no poder alimentarse, no
llegarán a convertirse en animales adultos.