La rotación de la Tierra sobre su eje hace que se abulte en el ecuador y se aplane en los polos. La fuerza gravitacional ejercida sobre la protuberancia ecuatorial, casi en su totalidad por la Luna y el Sol, intenta alinear el ecuador de la Tierra con la eclíptica, pero la inercia de la rotación de la tierra tiende a mantener su oblicuidad. Como resultado, esta fuerza de gravedad hace que el eje de la Tierra tenga un lento movimiento de precesión. Los polos describen un arco del mismo sentido que el de las agujas del reloj vistos desde el Polo Norte de la Tierra, mirando hacia abajo (sentido opuesto tanto al de rotación de la Tierra como al de revolución alrededor del Sol), pero en sentido contrario al de las agujas del reloj si se mira desde la superficie de la Tierra hacia las estrellas del norte. La Tierra se comporta como un trompo girando con demasiada lentitud para permanecer inmóvil frente a las fuerzas que actúan sobre él. El ecuador celeste gira como un plato que gira en la parte superior de un palo en la actuación de un malabarista.
Este movimiento se denomina precesión lunisolar. Tiende a desplazar la intersección del ecuador celeste y la eclíptica, hacia el oeste a lo largo de la eclíptica, a través de las constelaciones zodiacales. Los polos celestes tardan alrededor de 26.000 años en completar un ciclo de precesión. En la Edad de las Pirámides, alrededor de 2.500 antes de Cristo, el Polo Norte Celeste, estaba en Draco, cerca de la estrella Thuban. Dentro de 2.000 años a partir de ahora el Polo Norte Celeste entrará en la constelación de Cefeo. En el año 14.000 de nuestra era el Polo Norte se encontrará cerca de la estrella Vega.
El movimiento de precesión de los polos no es un círculo, sino un lazo o espiral. Actualmente, el Polo Norte Celeste se encuentra muy cerca de la estrella Polar, pero la próxima vez se espera que pase cerca de 3 ° de esa estrella. Esto cambia ligeramente el ángulo entre los polos celestes y la eclíptica, lo que contribuye a los cambios en la oblicuidad de la eclíptica.
Actualmente, los equinoccios están en Piscis y en Virgo. En la época de las pirámides, los equinoccios estaban en Tauro, cerca del borde con Aries, y en Escorpión, cerca del borde con Libra. El movimiento de precesión de los equinoccios tiene un sentido hacia el oeste a lo largo de la eclíptica, en sentido opuesto al movimiento aparente del Sol durante el año, lo que hace que los equinoccios avanzan en el sentido de encontrarse con el Sol.
La velocidad angular de la precesión de los equinoccios es de unos 50 segundos de arco por año. Esta velocidad de obtiene de dividir 360º por los 26.000 años del ciclo.
El movimiento de precesión del eje de rotación de la Tierra hace que las estaciones “meteorológicas” vayan cambiando, conforme cambia la orientación del eje de rotación respecto del Sol. Así, actualmente, en el hemisferio norte, el día del solsticio de verano, que es el 21 o el 22 de junio, el Polo Norte “apunta” hacia el Sol. Sin embargo, dentro de unos 13.000 años, el Polo Norte apuntará hacia el Sol en el solsticio de invierno, el 21 o el 22 de diciembre: entonces el verano meteorológico del hemisferio norte será los meses de enero, febrero y marzo. Y viceversa en el hemisferio sur.
Pero hay otros movimientos de precesión que se añaden al que acabamos de describir. Trataremos de ellos en otra entrega.
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