lunes, 2 de abril de 2012

Las ventajas del gas para la economía europea


Algunos pueden argumentar que Europa no debe alentar a los suministros adicionales de gas, ya que podría alterar el impulso a la descarbonización, que es parte de la política de la UE sobre el cambio climático. Este argumento tiene una fuerza considerable. Sin embargo, pasa por alto la difícil situación actual europea que, con una austeridad cada vez mayor de los presupuestos de todos los Estados Miembros, hace que la capacidad fiscal de los estados para financiar otras fuentes de energía renovables sea muy limitada.

Es razonable, por consiguiente, que los gobiernos consideren el uso del gas como una alternativa. El argumento es considerar la sustitución del carbón por gas para la producción de energía como un medio para obtener disminuciones baratas de emisión de CO2 durante la crisis económica actual.

Hay en cuenta que el consumo de lignito en la UE fue, en 2010, de unas 380 millones de toneladas anuales, la de hulla y antracita locales de unos 135 millones y la de hulla y antracita de importación de unos 190 millones. En España, después del agotamiento de las minas de lignito, el consumo fue de 8,4 millones de toneladas de hulla y antracita de producción nacional y de 12,8 millones de hulla y antracita importadas.

En un informe de McKinsey para el Foro de Defensa de Gas (un lobby de la industria europea del gas), publicado el año 2011, se destacan las ventajas de la adopción de una estrategia para pasar de carbón a gas. A pesar de tratarse de un informe para apoyar a un lobby, el resultado del análisis es bastante convincente.

En el informe "Making the Green Journey Work", McKinsey señala el considerable ahorro en costo de capital, así como las ventajas del uso de gas para reducir las emisiones de CO2. Si, por ejemplo el factor de carga promedio de las centrales de ciclo combinado de turbinas de gas existentes en Europa, se incrementara del 45% al 65 o al 70%, sustituyendo a una cantidad equivalente de carbón para la generación de energía eléctrica, la disminución de las emisiones de CO2 en la región sería de 300 millones de toneladas anuales. Esta cantidad representa un tercio del total de las emisiones de las centrales eléctricas que queman carbón y lignito en la UE.

Con el fin de obtener el mismo nivel de disminución de las emisiones de CO2 con energías renovables, se requieren gastos de capital de entre 80 y 120.000 millones de euros. En otras palabras, si se utiliza gas en vez de carbón, la UE puede reducir de un tercio de sus emisiones, sin coste de capital, mientras que si, para obtener el mismo resultado, se despliegan energías renovables, hay que invertir por lo menos 80 mil millones de euros.

Teniendo en cuenta que las centrales de gas son también muy adecuadas como respaldo para la energía eólica y solar, tenemos un argumento convincente de porque la UE debería fomentar el consumo de gas como sustituto del carbón. Una vez que la recesión haya terminado se podrá invertir más en energías renovables.

Otro factor a considerar es la competitividad. La discusión sobre el gas de esquisto en Europa se ha centrado principalmente en la seguridad medioambiental de la explotación. En cambio, de ha hablado poco del impacto económico del gas de esquisto en Estados Unidos. Si bien es cierto que las cuestiones ambientales tienen que ser debidamente tenidas en cuenta, no puede ignorarse el impacto económico.

La producción de gas de esquisto no es sólo muy importante en los Estados Unidos, donde representó el 30% de la producción de gas en 2011, frente a 1% en 2001, sino que también se traduce en precios mucho más bajos. La producción de gas de esquisto ha hecho disminuir los precios de gas en los Estados Unidos hasta por debajo de 3 dólares por MMBtu (1 MMBtu = 1 millón de British Thermal Units ~ 28,3 m3 de gas natural) mientras que en Europa se está pagando a más del triple, a unos 10 dólares. Estos precios mucho más bajos y sostenidos están teniendo un impacto económico multiplicador en la economía americana. La explotación y utilización del gas de esquisto está haciendo revivir la industria manufacturera americana, lo que mejora la competitividad de la industria de los Estados Unidos.

Hipótesis de la evolución de precios del petróleo, carbón, gas y derechos de emisión de CO2. Hasta 2030 se han tomado los indicados en IEA WEO 2009. A partir de esta fecha se ha considerado que los precios no varían en términos reales. Para el gas se consideran dos hipótesis: la evolución prevista si se sigue como ahora, y la de un precio menor si se aumenta el consumo, se diversifican las procedencias y se explota el gas de esquisto local.

En particular, en la industria química, donde el gas se utiliza tanto como materia prima como combustible, los precios bajos del gas están dando a los Estados Unidos una ventaja competitiva sustancial. De hecho, hemos de preguntarnos si empresas químicas europeas como BASF y AKZO podrán sobrevivir con el actual precio del gas y del petróleo en Europa.

Para empeorar las cosas, en el resto del mundo donde haya importantes recursos de gas de esquisto, los países van a copiar a los Estados Unidos, con China en primer lugar. Europa se enfrenta a una pérdida significativa, tanto de su ventaja competitiva como de una posible desindustrialización, frente a algunos de sus principales socios comerciales. La competitividad es por lo tanto, un argumento de peso para el desarrollo de una estrategia de producción de un gas barato.

De manera que, tanto por razones económicas como por razones ambientales, tiene sentido que la UE impulse políticas para alcanzar un mercado de gas más importante, diversificando el mercado, aumentando la competencia entre proveedores e impulsando la producción propia de gas de esquisto. El envite es importante, y merece la pena que haya una discusión abierta y pública para lograr el mayor consenso posible.

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