2020–2030: los legisladores y
los responsables políticos no actúan ante la evidencia de que lo que afirma el
Acuerdo de París, que dice que las emisiones de efecto invernadero causadas por
el hombre a nivel mundial no alcanzarán su punto máximo hasta 2030, nos
conducirá al menos a un calentamiento de 3 °C. La puesta en marcha de una
movilización global de emergencia de mano de obra y recursos pro-clima y para
construir una economía de cero emisiones y acelerar una reducción de carbono
para tener una posibilidad realista de mantener el calentamiento muy por debajo
de 2 °C se ignora cortésmente. En 2030 los niveles de dióxido de carbono habrán
alcanzado 437 partes por millón, lo que no tiene precedentes en los últimos 20
millones de años, y el calentamiento alcanzará los 1.6 °C.
2030–2050: las emisiones
alcanzan su punto máximo en 2030 y comienzan a disminuir de manera consistente
con una reducción del 80 % en la intensidad de energía de combustibles fósiles
para 2100 en comparación con la intensidad de energía de 2010. Esto lleva a un
calentamiento de 2.4 °C para 2050, en consonancia con el escenario "de
referencia". Sin embargo, se producen otros 0,6 °C de
calentamiento, lo que lleva el total a 3 °C en 2050, debido a la activación de
una serie de retroalimentaciones del ciclo del carbono y niveles más altos de
albedo de hielo y retroalimentación de nubes que lo que suponen los modelos
actuales. [Cabe señalar que esto está lejos de ser un escenario extremo: el
calentamiento de baja probabilidad y alto impacto (5 % de probabilidad) puede
superar los 3.5 o 4 °C para 2050]
2050: Para 2050, existe una
amplia aceptación científica de que los puntos de inflexión del sistema de la
capa de hielo de la Antártida Occidental y un verano ártico libre de hielo
marino sucederán mucho antes del calentamiento de 1.5 °C, para la capa de hielo
de Groenlandia mucho antes de los 2 °C, y para la pérdida generalizada de
permafrost y la sequía y muerte a gran escala del Amazonas a los 2,5 °C de
calentamiento. Se habrá alcanzado el escenario del "planeta invernadero", y la Tierra se estará encaminando hacia otro grado o algo más de
calentamiento, especialmente porque las emisiones humanas de gases de efecto
invernadero aún serán importantes en el año 2050.
Si bien los niveles del mar
habrán aumentado 0,5 metros para 2050, el aumento puede ser de 2 a 3 metros
para 2100, y se puede suponer, por análogos históricos, que los mares pueden finalmente
subir más de 25 metros.
El 35 % de la superficie
terrestre global, y el 55 % de la población mundial, estarán sujetos a más de
20 días al año de condiciones de calor letal, más allá del umbral de la
supervivencia humana.
La desestabilización de la
corriente de chorro (Jet Stream) habrá afectado significativamente la
intensidad y la distribución geográfica de los monzones de Asia y África
occidental y, junto con la mayor desaceleración de la Corriente del Golfo,
afectará a los sistemas de soporte de vida en Europa. América del Norte sufrirá
extremos climáticos devastadores, incluidos incendios forestales, olas de
calor, sequías e inundaciones. Los monzones de verano en China ya no se
producirán, y el flujo de agua a los grandes ríos de Asia se verá severamente
reducido por la pérdida de más de un tercio de la capa de hielo del Himalaya.
La pérdida glacial alcanza el 70 % en los Andes, y las precipitaciones en
México y América Central se reducen a la mitad. Las condiciones climáticas de
El Niño se harán semipermanentes.
La aridificación llagará a más
del 30 % de la superficie terrestre del mundo. La desertificación será severa
en el sur de África, el sur del Mediterráneo, el oeste de Asia, el Medio
Oriente, el interior de Australia y el suroeste de los Estados Unidos.
Los impactos sobre la
población serán:
Varios ecosistemas colapsarán,
entre ellos los sistemas de arrecifes de coral, la selva amazónica y el Ártico.
Algunas naciones y regiones más pobres, que carecen de la capacidad de
proporcionar ambientes enfriados artificialmente para sus poblaciones, se volverán
inviables.
Las condiciones de calor
mortal persistirán durante más de 100 días al año en África occidental,
Sudamérica tropical, Oriente Medio y Asia sudoriental, lo que contribuirá a que
más de 1000 millones de personas deberán desplazarse de la zona tropical. La
disponibilidad de agua disminuirá considerablemente en las regiones más
afectadas en latitudes más bajas (trópicos secos y subtrópicos), afectando a
cerca de 2000 millones de personas en todo el mundo. La agricultura se volverá
inviable en los subtrópicos secos.
La mayoría de las regiones del
mundo verán una caída significativa en la producción de alimentos y un número
creciente de fenómenos meteorológicos extremos, incluidas olas de calor,
inundaciones y tormentas. La producción de alimentos será insuficiente para
alimentar a la población mundial y los precios de los alimentos se dispararán,
como consecuencia de una disminución de un quinto en los rendimientos de los
cultivos, una disminución en el contenido nutricional de los cultivos de
alimentos, una disminución catastrófica en las poblaciones de insectos,
desertificación, falta de monzones, escasez crónica de agua y temperaturas
demasiado altas para poder ser habitadas en importantes regiones productoras de
alimentos.
Los tramos más bajos de los
deltas de los ríos de importancia agrícola como el Mekong, el Ganges y el Nilo
estarán inundados, y sectores importantes de algunas de las ciudades más
pobladas del mundo, como Chennai, Mumbai, Yakarta, Guangzhou, Tianjin, Hong
Kong, Ho Chi Minh Ciudad, Shanghái, Lagos, Bangkok y Manila, estarán
abandonadas. Algunas islas pequeñas se habrán vuelto inhabitables. El 10% de
Bangladesh estará inundado, desplazando a 15 millones de personas.
Incluso con un calentamiento
de solo 2 °C es posible que más de 1000 millones de personas deban ser
reubicadas y, en los peores escenarios, la escala de destrucción está más allá
de nuestra capacidad de modelizarla, pero hay una alta probabilidad de que la
civilización humana llegue a su fin.