Se acaba de celebrar la subasta de la electricidad Cesur correspondiente a la energía para la Tarifa de Último Recurso del tercer trimestre del año. El aumento de precio ha sido del 10,5 % respecto de la anterior. Lo que quiere decir que debemos prepararnos para una subida del orden del 5 %, suponiendo que el gobierno no decida, a su vez, aumentar el tramo correspondiente al peaje.
martes, 26 de junio de 2012
sábado, 23 de junio de 2012
La capacidad del Ártico para alterar el clima de la Tierra
Las regiones árticas han sido un sumidero de carbono desde el final de la última Edad de Hielo, que con el tiempo ha sido responsable de entre cero y 25 por ciento del total del carbono que no ha quedado en la atmósfera, equivalente a 800 millones de toneladas anuales. En promedio, el Ártico representa entre el 10 y el 15 por ciento de sumidero de carbono de la Tierra. Sin embargo, el rápido ritmo del cambio climático en el Ártico, aproximadamente el doble que la de las latitudes más bajas, podría eliminar esta capacidad como sumidero de carbono y, quizás, convertir el Ártico en una fuente de dióxido de carbono. Esto dice un artículo publicado en octubre de 2009 por la revista Ecological Monographs, titulado Sensitivity of the carbon cycle in the Arctic to climate change.
El carbono pasa de la atmósfera a los océanos y las masas de tierra del Ártico, y en gran parte se acumula en el permafrost, la capa helada del suelo debajo de la superficie de la tierra. A diferencia de los suelos activos, el permafrost no descompone su carbono, por lo que el carbono queda atrapado en el suelo congelado. Las condiciones frías en la superficie también frenan el ritmo de descomposición de materia orgánica, lo que permite que la acumulación de carbono del Ártico sea superior al carbono que libera.
El ciclo de carbono actual en las regiones árticas
Sin embargo, la tendencia reciente de calentamiento podría cambiar este equilibrio. Las temperaturas más cálidas pueden acelerar la velocidad de descomposición en la superficie, liberando más carbono a la atmósfera. Lo más preocupante es que el permafrost ha comenzado a descongelarse, exponiendo el suelo previamente congelado a la descomposición y la erosión. Estos cambios podrían cambiar el papel histórico del Ártico como sumidero para el carbono.
A corto plazo, el aumento de las temperaturas podría dar lugar a la descomposición de más carbono del Ártico y, con la fusión del permafrost, habrá más carbono disponible para ser descompuesto.
A una escala de unas pocas décadas, el deshielo del permafrost también podría dar lugar a una superficie empapada de agua, una situación que podría alentar la actividad de producción de metano por microorganismos. En la actualidad, el Ártico es una fuente importante de liberación de metano a la atmósfera: se liberan hasta 50 millones de toneladas métricas de metano por año. Sin embargo, el metano es un gas de efecto invernadero muy potente, cerca de 23 veces más eficaz en atrapar el calor que el dióxido de carbono en una escala temporal de 100 años. Si la liberación de metano del Ártico se acelera, el calentamiento global podría aumentar a un ritmo mucho más rápido.
La figura muestra la estimación de la evolución de la extensión del permafrost en las regiones árticas
Sin embargo, la realidad es que no se conoce bien la dinámica del metano, cuya liberación a la atmósfera es menos regular y está menos estudiada que la del dióxido de carbono.
Todavía son muchas las incertidumbres acerca de la respuesta del sistema del Ártico al cambio climático. Por ejemplo, el calentamiento global puede producir períodos vegetativos más prolongados que promuevan la fotosíntesis de las plantas, lo que eliminaría dióxido de carbono de la atmósfera, sin embargo, unas condiciones cada vez más secas podrían contrarrestar y superar este efecto. Del mismo modo, estas condiciones más secas pueden dar lugar a un aumento de incendios, con la liberación de aún más carbono.
En resumen, si la respuesta del ciclo de carbono de las regiones árticas diera lugar a liberaciones netas significativas de gases de efecto invernadero, todos nuestros esfuerzos para mantener el control del ciclo de carbono global serían baldíos.
El futuro energético: las reglas de oro del gas de esquisto
Por lo que respecta a nuestro futuro energético estamos frente a un interrogante sobre las que tal vez son las dos opciones más determinantes a las que se enfrenta el mundo: ¿gas de esquisto sí o no?, ¿energía nuclear sí o no?
En política energética hay "realistas" e "idealistas". Los idealistas quieren ir a por todas con energías renovables. Los realistas argumentan que el camino hacia un futuro bajo en carbono se logrará a través del gas y de la energía nuclear.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), aunque defensor acérrimo de políticas vigorosas de cambio climático, sin embargo, es "realista", ya que cree que los combustibles fósiles dominarán nuestro suministro de energía en las próximas décadas. Al mismo tiempo, tiene un claro favorito entre los combustibles fósiles: el gas. Con toda probabilidad se puede decir que el futuro ideal-realista de la AIE es una mezcla de combustibles:
- Gas con captura y almacenamiento de carbono, en sustitución del carbón y, en cierta medida, del petróleo,
- Una parte estable de la energía nuclear, y
- Un fuerte apoyo a las energías renovables
La preferencia de la AIE para con el gas tiene mucho que ver con la revolución del gas no convencional que poco a poco se extiende desde los EE.UU. a todos los rincones del mundo. Esta revolución parece garantizar que habrá un montón de recursos de gas para alimentar un mundo hambriento de energía durante mucho tiempo en el futuro.
La perforación de gas de esquisto no consume solamente grandes cantidades de agua, sino que también consume arena. Así, la explotación de gas de esquisto en los Estados Unidos ha dado lugar a la creación de una industria productora de arena, que está creando nuevos problemas de medio ambiente de los que se ha hablado poco hasta ahora. Según la escritora Ellen Cantarow, especialista en medio ambiente, que es una de las primeras que ha investigado este tema, la industria de la arena está causando una verdadera pesadilla en las zonas rurales de los Estados Unidos, ya que están destrozando el paisaje natural buscando la sílice cristalina mejor adaptada a las necesidades del proceso de fractura.
Para abordar estas preocupaciones, la AIE ha publicado la semana pasada un informe que detalla las nuevas directrices ambientales ("Reglas de Oro"), que deberían poner la revolución de gas no convencional en el camino correcto.
¿Cuáles son estas siete Reglas de Oro?
1 - La primera es medir, conocer y participar. Se trata de involucrar a las comunidades locales brindándoles seguridad, asegurándose de que cada fase del desarrollo ha sido bien entendida, y que sus preocupaciones sean escuchadas. La AIE sugiere que los productores deben establecer líneas de base para los indicadores ambientales clave, como la calidad del agua subterránea, antes de comenzar el trabajo, y controlar y publicar los datos durante las operaciones. La divulgación de los aditivos y los volúmenes de los fluidos de fractura debería ser obligatoria. Y las comunidades deben palpar los beneficios económicos de los acontecimientos que suceden en la puerta de sus propias casas.
2 - La segunda vigilar donde se perfora. Los sitios de los pozos deben seleccionarse para minimizar los impactos sobre la comunidad local, el patrimonio, el uso existente del suelo, los medios de vida individuales y la ecología. La geología debe ser debidamente evaluada para tomar "decisiones inteligentes" acerca de dónde perforar y realizar la fractura hidráulica, a fin de minimizar los riesgos de terremotos y de los fluidos que se filtren entre los estratos geológicos.
3 - La tercera es aislar los pozos y evitar fugas. Hay que disponer de reglas sólidas en el diseño del pozo, la construcción, la cementación y la prueba de integridad, "como parte de un estándar del proceso en que las formaciones de gas deben estar completamente aisladas de otros estratos atravesados por el pozo, en particular los acuíferos de agua dulce”. La AIE sugiere que se impongan profundidades mínimas del fracturamiento hidráulico para apuntalar la confianza del público en la calidad del agua. Los productores deben garantizar que los desechos líquidos y sólidos se disponen de manera adecuada.
4 - La cuarta es tratar el agua de manera responsable. Se trata de reducir la carga sobre los recursos hídricos locales mediante la mejora de la eficiencia operativa y volver a usar o reciclar siempre que sea posible. El uso de aditivos químicos debe reducirse al mínimo y las alternativas poco contaminantes deben utilizarse siempre que sea posible.
5 - La quinta es eliminar las fugas y reducir al mínimo la quema y otras emisiones. Debería establecerse un objetivo de cero fugas de gas natural y la mínima quema posible de gas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La contaminación del aire por parte de los vehículos y el equipo también debe minimizarse.
6 - La sexta es estar preparado para pensar a lo grande. En otras palabras, buscar oportunidades para las economías de escala y el desarrollo coordinado de la infraestructura local para reducir los impactos ambientales, teniendo en cuenta los efectos acumulativos y regionales sobre el medio ambiente de la perforación múltiple y las actividades de transporte del producto.
7 - La séptima es asegurar un alto nivel de prestaciones ambiental. Esta regla va dirigida principalmente a los gobiernos y los reguladores, que deben asegurar que haya suficientes recursos y respaldo político para tener regímenes regulatorios robustos. La AIE informa que hay que encontrar un equilibrio adecuado "entre la regulación normativa y la regulación basada en el rendimiento, a fin de garantizar altos estándares de operación y, a la vez, promover la innovación y mejora tecnológica". Los planes de respuesta a emergencias deben ser robustos y al nivel del riesgo.
La implementación de estas reglas conlleva un sobre coste operativo, que se estima en un 7 %.
Golden rules for a Golden age of gas
martes, 19 de junio de 2012
Las temperaturas globales de mayo 2012
Las temperaturas globales medias del mes de mayo del 2012 son las segundas más elevadas de un mes de mayo desde que existen medidas, es decir, desde 1880. Mayo de 2012 es el 36º mayo consecutivo y el 327º mes consecutivo con una temperatura global por encima de la media del siglo XX.
Muchas regiones del mundo experimentaron temperaturas más elevadas que la media, incluyendo casi toda Europa, Asia, norte de África, la mayor parte de América del Norte y del sur de Groenlandia. Sólo Australia, Alaska y ciertas partes de la frontera oeste entre Canadá y Estados Unidos fueron considerablemente más frías que el promedio.
Con la disipación de la Niña en abril, las condiciones oceánicas fueron neutrales en cuanto al ENSO. Hay un 50 % de posibilidades de que el Niño aparezca durante la segunda mitad del año.
La temperatura global media de mayo fue de 15,46 ºC, según la NOAA, es decir, + 0,66 ºC por encima de la media del siglo XX. El margen de error asociado con esta temperatura de mayo es de ± 0,07 ºC. El último mes de mayo con una temperatura media global inferior a la media del siglo XX fue el del año 1976.
La temperatura terrestre media global de mayo fue + 1,21 ºC superior a la media de mayo del siglo XX, que fue de 11,1 ºC. La temperatura terrestre de este mayo ha sido la más alta registrada.
España, por ejemplo, registró el cuarto mes de mayo más cálido desde que empezaron los registros nacionales en el año 1950, con 2,7 ºC por encima de la media.
Por lo que respecta a las temperaturas sobre el océano, fueron 0,54 ºC más elevadas que el promedio de 16,3 ºC de los meses de mayo del siglo XX.
La extensión media de hielo marino en el Ártico durante mayo fue un 3,5 % menor que el promedio, desde que empezaron las medidas por satélite en 1979.
En el polo opuesto, la extensión media del hielo marino fue un 2,4 % superior al promedio de los 34 años de registros.
La cobertura de nieve del hemisferio norte durante mayo de 2012 fue mucho menos que la media de los 46 años en que se tienen registros, siendo el segundo mes de mayo con menos cobertura de nieve.
España tuvo un clima seco en mayo, con una precipitación del 60 % de la media mensual de este mes. Las regiones mediterráneas fueron las más secas, con una precipitación menor del 25 % de la media. Las estaciones meteorológicas de Murcia y Castellón registraron sus meses de mayo más secos desde que hay registros.
viernes, 15 de junio de 2012
Un clima cálido, pero un Ártico frío
El período interglacial Eemiense, que comenzó hace unos 125.000 años, se utiliza a menudo como un modelo para el cambio climático actual. En la revista internacional "Geophysical Research Letters", en el artículo Contrasting ocean changes between the subpolar and polar North Atlantic during the past 135 ka, se presentan pruebas de que el Eemiense difiere de las modernas condiciones climáticas en detalles esenciales.
Para hacer frente a la pregunta sobre cómo el clima se puede desarrollar en el futuro, los científicos dirigen su atención hacia el pasado. Buscan épocas con condiciones similares a las de hoy. Los procesos climáticos principales identificados se simulan entonces con modelos numéricos para prever posibles reacciones del sistema climático terrestre.
Una época que a menudo se considera adecuada para tal empresa es el período cálido Eemiense, que comenzó alrededor de 125.000 años, después de la glaciación de Riss. Desde hace unos 10.000 años, las temperaturas medias de la Tierra durante el Eemiense fueron probablemente varios grados más elevadas que el nivel actual. Esto parece estar bien documentado, tanto en los testigos de hielo como los registros terrestres de la vegetación de la tierra. Se derritieron partes importantes del hielo de Groenlandia, y el nivel del mar era más alto que el de hoy. Por lo tanto, el período Eemiense parece adaptarse bien como base para el estudio del cambio climático actual.
Sin embargo, en el estudio citado se muestra que el período cálido Eemiense difería de la situación actual en un aspecto crítico: el desarrollo del Océano Ártico.
En nuestro periodo cálido actual, también llamado Holoceno, las circulaciones oceánicas y atmosféricas transportan grandes cantidades de calor hacia las latitudes altas. La cinta transportadora de calor más conocida es la Corriente del Golfo y su prolongación norte es la llamada corriente del Atlántico Norte. Estas corrientes no sólo son la causa de las agradables temperaturas del norte de Europa, sino que también llegan hasta el Ártico. Algunos estudios realizados en los últimos años han demostrado que el transporte de calor oceánico en el Ártico se ha incrementado, mientras que la superficie de hielo de verano en el Océano Ártico parece estar disminuyendo de forma continua. Desde hace tiempo se asume que estas condiciones también se impusieron hace 125.000 años. De ser así, el Ártico debería haber estado por lo general libre de hielo en los veranos del período Eemiense.
Vista general de la temperatura superficial del mar en el verano del Atlántico Norte (NCEP, agosto 2010) que muestra la transferencia de calor del sur del océano (en los colores cambiantes) en dirección a los mares polares nórdicos, junto con el patrón de la superficie de circulación general. La cruz y el asterisco señalan los dos sitios estudiados
Los autores han examinado muestras de sedimentos del fondo del mar en el que se almacena la información sobre la historia climática de los últimos 500.000 años. Estos sedimentos vienen desde el Atlántico hasta el oeste de Irlanda y de los mares nórdicos centrales al este de la isla de Jan Mayen. Los sedimentos contienen muestras de calcita de foraminíferos (organismos muertos). El tipo de combinación de especies en las respectivas capas, así como la composición isotópica de las muestras de calcita, dan información sobre la temperatura y otras propiedades del agua en la que estos organismos vivían en ese momento.
Las muestras provenientes del Atlántico mostraron que la temperatura era superior a la del Holoceno, en concordancia con lo que se conoce del Eemiense. Las muestras de los mares nórdicos, sin embargo, cuentan otra historia. Los foraminíferos del período Eemiense indican condiciones relativamente frías. Los análisis de isótopos de las muestras, en combinación con otros estudios anteriores de los autores, indican contrastes importantes entre las superficies oceánicas de estas dos regiones. Se puede deducir que la corriente superficial cálida del Atlántico fue más débil en la alta latitud durante el Eemiense que hoy en día. La explicación es que la glaciación de Riss, que precedió a la época Eemiense, tuvo una extensión mucho mayor en el norte de Europa que durante la glaciación de Wurm, la anterior a nuestro intervalo cálido actual. Por lo tanto, se vertió más agua dulce, y durante un período de tiempo más largo, procedente de la fusión de las capas de hielo de la glaciación Saalian en los mares nórdicos. Esta situación tuvo tres consecuencias: la circulación oceánica en el norte se redujo, y en invierno es probable que se formara más hielo en el mar, debido a una menor salinidad. Al mismo tiempo, esta situación pudo conducir a una especie de. 'sobrecalentamiento' en el Atlántico Norte debido a una continua transferencia de calor de los océanos del sur.
Por un lado, el estudio introduce nuevos conocimientos sobre el clima del Eemiense. Por otro lado, los nuevos resultados tienen consecuencias para la climatología en general: es posible que algunos de los procesos decisivos en la Eemiense se desarrollaran de manera diferente, como la transferencia de calor del océano hacia el Ártico Los modelos deberían tener esto en cuenta si se quiere pronosticar la evolución del clima futuro sobre la base de períodos anteriores parecidos al actual, como el Eemiense.
lunes, 11 de junio de 2012
Un modelo de emisiones de CO2 para garantizar un incremento de menos de 2ºC
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha calculado los cambios de temperatura proyectados para los diferentes escenarios en 2007, pero los investigadores del Instituto Max Planck de Meteorología de Hamburgo han ido un paso más allá: han desarrollado un nuevo modelo que especifica los volúmenes máximos de dióxido de carbono que los seres humanos pueden emitir para permanecer por debajo del umbral crítico de calentamiento climático de dos grados Celsius. Para ello, los científicos han incorporado en sus cálculos los datos relacionados con el ciclo del carbono, es decir, el volumen de dióxido de carbono absorbido y liberado por los océanos y los bosques. Han publicado este estudio en el año 2009 con el título Historical and future anthropogenic emission pathways derived from coupled climate-carbon cycle simulations.
El objetivo del proyecto internacional ENSEMBLES es el de simular los cambios futuros en el clima global y las emisiones de dióxido de carbono para obtener valores cada vez más fiables.
La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera causada por la combustión de combustibles fósiles (gas, petróleo) se ha incrementado alrededor de un 35 por ciento desde el comienzo de la Revolución Industrial. Si las emisiones de dióxido de carbono y, como resultado, las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono continúan aumentando sin control, se puede esperar un aumento drástico en la temperatura global antes de finales de este siglo. Con la ayuda de nuevos modelos para una concentración atmosférica de dióxido de carbono dada, los científicos han calculado por primera vez hasta que punto deben reducirse las emisiones globales de carbono de dióxido para frenar el calentamiento global.
Según el modelo, las emisiones de dióxido de carbono admisibles aumentarán de aproximadamente siete mil millones de toneladas de carbono en el año 2000 a un valor máximo de alrededor de diez mil millones de toneladas en 2015. A fin de lograr la estabilización a largo plazo de la concentración de dióxido de carbono atmosférico, las emisiones luego tendrán que reducirse en un 56 por ciento para el año 2050 y acercarse a cero hacia el final de este siglo.
Evolución de las emisiones de dióxido de carbono calculadas por el modelo (izquierda) y el desarrollo temporal de la temperatura media anual mundial (derecha). A fin de lograr la estabilización a largo plazo de la concentración de dióxido de carbono atmosférico, las emisiones fósiles de dióxido de carbono deben reducirse a alrededor de cero al final de este siglo. Las líneas negras representan los valores observados. (GtC / año = gigatoneladas de carbono / año)
Aunque, en base a estos cálculos, el calentamiento global se mantendría por debajo del umbral de dos grados hasta el año 2100, a largo plazo se puede esperar un calentamiento mayor. Se necesitarán siglos para que el clima mundial se estabilice.
Los autores han utilizado un nuevo método con el que reconstruyen las emisiones históricas sobre la base a las concentraciones de dióxido de carbono. Para ello, han adoptado la metodología propuesta por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para las simulaciones que se llevan a cabo para el futuro Quinto Informe de Evaluación del IPCC: se utilizan modelos del sistema terrestre que incorporan el ciclo del carbono para estimar las emisiones antropogénicas las emisiones de dióxido de carbono compatibles con una concentración prescrita. En este caso, las emisiones dependen únicamente de la proporción de carbono antropogénico que, en el modelo, es absorbida por la superficie de la tierra y los océanos. La repetición de los experimentos usando diferentes fechas de inicio pre-industriales permitió distinguir entre el cambio climático antropogénico y variabilidad climática interna.
El modelo utilizado para este estudio se basa en una malla espacial de baja resolución con un espaciado de la cuadrícula de alrededor de 400 kilómetros, lo que lleva a la atmósfera, además de la superficie de la tierra, el océano, incluido el hielo del mar, y el ciclo del carbono terrestre y marina en cuenta.
El objetivo general del estudio es simular los cambios futuros en el clima y en las emisiones de dióxido de carbono en un escenario único en el que las concentraciones de dióxido de carbono equivalente en la atmósfera se estabilizan en el largo plazo a 450 partes por millón, para que el calentamiento global aumente hasta un máximo de dos grados respecto del nivel pre-industrial.
Informe final del proyecto ENSEMBLES
¿Está aumentando la fracción de dióxido de carbono antropogénico que permanece en la atmósfera?
La mayor parte del dióxido de carbono emitido por la actividad humana no permanece en la atmósfera, sino que es absorbido por los océanos y los ecosistemas terrestres. De hecho, sólo aproximadamente 45 por ciento de dióxido de carbono emitido permanece en la atmósfera.
Sin embargo, algunos estudios han sugerido que la capacidad de los océanos y las plantas para absorber dióxido de carbono ha comenzado a disminuir recientemente y que la fracción en el aire de las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono, por lo tanto, está comenzando a aumentar. Uno de ellos, publicado en el año 2007, y titulado Contributions to accelerating atmospheric CO2 growth from economic activity, carbon intensity, and efficiency of natural sinks, deducía que este aumento era de 2,5 ± 2,1 % por década, como se ve el la figura siguiente:
Fracción de las emisiones totales que permanece en la atmósfera (A), en la biosfera terrestre (B) y en el océano (C)
Muchos modelos climáticos también suponen que la fracción atmosférica aumentará. Debido a que la comprensión de la fracción del dióxido de carbono en el aire es importante para predecir el cambio climático futuro, es esencial tener un conocimiento preciso de si esa fracción está cambiando o cambiará a medida que aumentan las emisiones.
Para evaluar si la fracción en el aire es, en efecto cada vez mayor, Wolfgang Knorr, del Departamento de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Bristol volvió a analizar el dióxido de carbono atmosférico y los datos de emisiones desde 1850 y considera las incertidumbres en los datos. Este estudio, titulado Is the airborne fraction of anthropogenic CO2 emissions increasing?, se publicó en 2009.
Aumento observado de la concentración de CO2 en la atmósfera derivada de las mediciones directas, tomando el promedio de Mauna Loa (Hawai) y el Polo Sur (línea continua fina), y de dos testigos de hielo: Ley Dome (línea discontinua delgada) y Siple (delgada línea punteada). Este aumento se compara con el total de las emisiones antropogénicas (línea continua gruesa) y el 46% de las emisiones totales (línea gruesa de puntos).
En contradicción con el estudio citado anteriormente, encuentra que la fracción en el aire de dióxido de carbono no ha aumentado, ya sea durante los últimos 150 años, o durante las últimas cinco décadas.
Como podemos ver, tampoco en este asunto tan importante se tienen suficientes conocimientos.
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