martes, 28 de febrero de 2012

Los rayos cósmicos y los CFC como causantes del calentamiento global


En un documento publicado en Physics Reports a finales del año 2009, Cosmic-ray-driven electron-induced reactions of halogenated molecules adsorbed on ice surfaces: Implications for atmospheric ozone depletion and global climate change, su autor Qing-Bin Lu abre una nueva dimensión en el debate sobre lo que ha sido la causa del calentamiento global de finales del siglo XX y su aparente cese a principios del siglo XXI. La mayor parte de papel de Lu se dedica a describir un nuevo mecanismo de la destrucción del ozono por los rayos cósmicos, modelo que contrasta con el modelo convencional, basado en la acción de los clorofluorocarbonos (CFC).

Al final de su discusión, el autor hace algunas observaciones originales sobre los posibles efectos de la destrucción de la capa de ozono por los clorofluorocarbonos (CFC) y los rayos cósmicos sobre el cambio climático global.

El autor comienza por señalar que los CFC que destruyen la capa de ozono son también gases de efecto invernadero, que el IPCC ha considerado que proporcionan el 13 por ciento del forzamiento radiativo total producido por todos los gases de efecto invernadero de la atmósfera.

Sus datos impugnan el valor de esta evaluación, que considera demasiado bajo, declarando que las conclusiones del IPCC se basan más en simulaciones de modelos climáticos que en observaciones directas. A continuación, describe y considera ciertas medidas reales, de una manera novedosa.

Comparando las desviaciones anuales medias de la temperatura global (ΔT) respecto al año 1980, con las concentraciones efectivas equivalentes de cloro estratosférico (EESC, normalizada a su valor de 1980) durante el período de 1970-2008 (que cubre dos ciclos solares completos de 11 años) se encuentra que la desviación de la temperatura es una función bien definida del EESC, como puede verse en la figura, con un coeficiente de correlación (R) de la relación lineal entre los dos parámetros que es 0,89. Por supuesto, la correlación no prueba la causalidad, de la misma manera que tampoco se puede afirmar que la haya cuando se examina la relación similar entre la ΔT y la concentración de CO2 en la atmósfera a lo largo de la última parte del siglo XX y principios del siglo XXI.


Sin embargo, es importante señalar que, tras la aplicación del Protocolo de Montreal, el nivel total de halógenos en la atmósfera inferior tuvo un pico en 1994, mientras que se estima que el EESC sobre la Antártida alcanzó su punto máximo alrededor del año 2000, y después comenzó a declinar, al igual que la temperatura global, como se muestra en la figura. Y en base a la tendencia estimada del EESC para las próximas cuatro décadas, el análisis del autor sugiere que la Tierra podría continuar enfriándose (como ha ido haciendo durante la última década) hasta mediados del presente siglo o más allá.


Los datos observados apuntan a la posibilidad de que el calentamiento global observado en el siglo XX fuera causada predominantemente por los CFC, modulada por el agotamiento del ozono, y, con la disminución de la emisión de CFC a la atmósfera, el enfriamiento global puede haber comenzado a partir del año 2002.

El autor no afirma que ésta ha sido la causa del calentamiento/enfriamiento global, sino que indica solamente que es un tema que probablemente merece la atención de los científicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario