lunes, 6 de junio de 2011

Una oportunidad que Europa no debería dejar pasar

El desarrollo espectacular de gas no convencional en Estados Unidos, ha llevado a este país a reemplazar a Rusia como el primer productor de gas del mundo del año 2009. ¿Esto podría suceder también en Europa? En teoría, sí: las reservas están ahí. De momento, sin embargo, hay factores que frenan el desarrollo de gas no convencional en Europa: la densidad de población relativamente alta, la falta de conocimientos técnicos y de una industria de servicios con experiencia, unos costes de exploración y de producción posiblemente demasiado elevados, y las incertidumbres del marco regulador y de política del medio ambiente. Como resultado, los expertos sólo esperan un crecimiento marginal de gas no convencional en Europa en la próxima década. Pero, a partir de 2020, Europa puede llegar a experimentar su propia revolución de gas no convencional.

Muchos de los pesos pesados de la industria de gas no convencional se reunieron en Amsterdam hace un año para discutir el futuro del gas no convencional en Europa. Este gas no convencional se llama en general "Shale gas" o gas de pizarra o de esquisto (este nombre se da por extensión, pero hay otros tipos de gas no convencional, que se detallan al final). La explotación de estos yacimientos en los Estados Unidos ha dado resultados espectaculares: no sólo es el primer productor mundial, sino que cuenta con reservas de más de 100 años. Como disponían de la tecnología adecuada, el precio de este gas les es más económico que el del gas de importación.

En Europa no parece que haya falta de recursos de gas no convencional. Tanto la Comisión Europea como la Agencia Internacional de Energía estiman el total de las reservas recuperables en Europa entre 33 y 38 billones de metros cúbicos, de los cuales 12 son de "tight gas", 15 de "Shale gas" y 8 de "coalbed Methane gas". Se trata de una cantidad importante, en teoría suficiente para satisfacer la demanda europea durante 60 años.

Aunque Polonia y los Estados Bálticos parecen ser las regiones más prometedoras, en casi toda Europa hay perspectivas de desarrollo de gas no convencional (ver mapa). En otras palabras, muchos países europeos tienen la oportunidad de aumentar significativamente su producción nacional de gas. Lo que puede cambiar radicalmente la visión de nuestro futuro económico.


¿Europa puede y debe seguir el ejemplo americano y dedicar recursos importantes al desarrollo de sus reservas de gas no convencional? Pocos temas son más importantes para el futuro del mercado europeo de la energía que éste. Desafortunadamente, los políticos europeos no se atreven a decidir y están divididos sobre la cuestión del gas no convencional. La Comisión Europea no ha formado todavía su opinión. Tampoco la tienen la mayoría de los Estados miembros, como Alemania y los Países Bajos. Polonia apoya el gas de esquisto, y el Reino Unido parece dispuesto a seguir el ejemplo de Polonia. Francia, por su parte, ha prohibido la exploración de gas de esquisto, por ahora.

Pero no sólo los políticos europeos dudan. Las empresas europeas de energía, también, están indecisas sobre qué hacer al respecto a esta “nueva” y potencialmente enorme fuente de energía. Hasta ahora, la mayoría de las iniciativas sobre la explotación del gas no convencional en Europa proceden de Estados Unidos, Australia y de empresas británicas. Los poderosos "servicios públicos" europeos, de la talla de Eon, RWE, EDF, Enel y Vattenfall, siguen siendo escépticos en gran medida de las oportunidades que ofrece este gas no convencional.

Este escepticismo puede ser un error estratégico.


El "Tight Gas", es un gas natural entrampado en depósitos de areniscas de baja porosidad y en depósitos carbonatados.
El "Shale Gas" es un gas natural que se encuentra en depósitos de esquisto o de pizarra de baja permeabilidad.
El "Coalbed Methane Gas" es un gas natural producido en la formación del carbón.

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