Por lo que respecta a nuestro futuro energético estamos frente a un interrogante sobre las que tal vez son las dos opciones más determinantes a las que se enfrenta el mundo: ¿gas de esquisto sí o no?, ¿energía nuclear sí o no?
En política energética hay "realistas" e "idealistas". Los idealistas quieren ir a por todas con energías renovables. Los realistas argumentan que el camino hacia un futuro bajo en carbono se logrará a través del gas y de la energía nuclear.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), aunque defensor acérrimo de políticas vigorosas de cambio climático, sin embargo, es "realista", ya que cree que los combustibles fósiles dominarán nuestro suministro de energía en las próximas décadas. Al mismo tiempo, tiene un claro favorito entre los combustibles fósiles: el gas. Con toda probabilidad se puede decir que el futuro ideal-realista de la AIE es una mezcla de combustibles:
- Gas con captura y almacenamiento de carbono, en sustitución del carbón y, en cierta medida, del petróleo,
- Una parte estable de la energía nuclear, y
- Un fuerte apoyo a las energías renovables
La preferencia de la AIE para con el gas tiene mucho que ver con la revolución del gas no convencional que poco a poco se extiende desde los EE.UU. a todos los rincones del mundo. Esta revolución parece garantizar que habrá un montón de recursos de gas para alimentar un mundo hambriento de energía durante mucho tiempo en el futuro.
La perforación de gas de esquisto no consume solamente grandes cantidades de agua, sino que también consume arena. Así, la explotación de gas de esquisto en los Estados Unidos ha dado lugar a la creación de una industria productora de arena, que está creando nuevos problemas de medio ambiente de los que se ha hablado poco hasta ahora. Según la escritora Ellen Cantarow, especialista en medio ambiente, que es una de las primeras que ha investigado este tema, la industria de la arena está causando una verdadera pesadilla en las zonas rurales de los Estados Unidos, ya que están destrozando el paisaje natural buscando la sílice cristalina mejor adaptada a las necesidades del proceso de fractura.
Para abordar estas preocupaciones, la AIE ha publicado la semana pasada un informe que detalla las nuevas directrices ambientales ("Reglas de Oro"), que deberían poner la revolución de gas no convencional en el camino correcto.
¿Cuáles son estas siete Reglas de Oro?
1 - La primera es medir, conocer y participar. Se trata de involucrar a las comunidades locales brindándoles seguridad, asegurándose de que cada fase del desarrollo ha sido bien entendida, y que sus preocupaciones sean escuchadas. La AIE sugiere que los productores deben establecer líneas de base para los indicadores ambientales clave, como la calidad del agua subterránea, antes de comenzar el trabajo, y controlar y publicar los datos durante las operaciones. La divulgación de los aditivos y los volúmenes de los fluidos de fractura debería ser obligatoria. Y las comunidades deben palpar los beneficios económicos de los acontecimientos que suceden en la puerta de sus propias casas.
2 - La segunda vigilar donde se perfora. Los sitios de los pozos deben seleccionarse para minimizar los impactos sobre la comunidad local, el patrimonio, el uso existente del suelo, los medios de vida individuales y la ecología. La geología debe ser debidamente evaluada para tomar "decisiones inteligentes" acerca de dónde perforar y realizar la fractura hidráulica, a fin de minimizar los riesgos de terremotos y de los fluidos que se filtren entre los estratos geológicos.
3 - La tercera es aislar los pozos y evitar fugas. Hay que disponer de reglas sólidas en el diseño del pozo, la construcción, la cementación y la prueba de integridad, "como parte de un estándar del proceso en que las formaciones de gas deben estar completamente aisladas de otros estratos atravesados por el pozo, en particular los acuíferos de agua dulce”. La AIE sugiere que se impongan profundidades mínimas del fracturamiento hidráulico para apuntalar la confianza del público en la calidad del agua. Los productores deben garantizar que los desechos líquidos y sólidos se disponen de manera adecuada.
4 - La cuarta es tratar el agua de manera responsable. Se trata de reducir la carga sobre los recursos hídricos locales mediante la mejora de la eficiencia operativa y volver a usar o reciclar siempre que sea posible. El uso de aditivos químicos debe reducirse al mínimo y las alternativas poco contaminantes deben utilizarse siempre que sea posible.
5 - La quinta es eliminar las fugas y reducir al mínimo la quema y otras emisiones. Debería establecerse un objetivo de cero fugas de gas natural y la mínima quema posible de gas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La contaminación del aire por parte de los vehículos y el equipo también debe minimizarse.
6 - La sexta es estar preparado para pensar a lo grande. En otras palabras, buscar oportunidades para las economías de escala y el desarrollo coordinado de la infraestructura local para reducir los impactos ambientales, teniendo en cuenta los efectos acumulativos y regionales sobre el medio ambiente de la perforación múltiple y las actividades de transporte del producto.
7 - La séptima es asegurar un alto nivel de prestaciones ambiental. Esta regla va dirigida principalmente a los gobiernos y los reguladores, que deben asegurar que haya suficientes recursos y respaldo político para tener regímenes regulatorios robustos. La AIE informa que hay que encontrar un equilibrio adecuado "entre la regulación normativa y la regulación basada en el rendimiento, a fin de garantizar altos estándares de operación y, a la vez, promover la innovación y mejora tecnológica". Los planes de respuesta a emergencias deben ser robustos y al nivel del riesgo.
La implementación de estas reglas conlleva un sobre coste operativo, que se estima en un 7 %.
Golden rules for a Golden age of gas
No hay comentarios:
Publicar un comentario