lunes, 9 de abril de 2012

Los ciclos climáticos como causa de guerras


La llegada de El Niño, que cada tres a siete años aumenta las temperaturas y disminuye las precipitaciones, duplica el riesgo de guerras civiles en 90 países tropicales afectados, y puede ayudar a explicar una quinta parte de los conflictos en todo el mundo durante el último medio siglo, dicen los autores. Esto dice el trabajo Civil conflicts are associated with the global climate, publicado en el año 2011. En el primer estudio de este tipo, los investigadores han relacionado el ciclo natural del clima mundial con los incrementos periódicos en las guerras.

En los últimos años, historiadores y climatólogos han hallado pruebas de que las sociedades del pasado sufrieron y llegaron a desaparecer en relación con el calor o la sequía que dañaron la agricultura y sacudieron los gobiernos. La idea que el medio ambiente alimenta la violencia ha cobrado fuerza en la última década, con los libros de autores populares como Jared Diamond, Brian Fagan y Mike Davis. Estudios académicos han elaborado los vínculos entre las sequías y colapsos sociales, como, por ejemplo, el final del Imperio Acadio en el Golfo Pérsico (primera superpotencia del mundo), hace 6.000 años, la caída de la civilización Maya de México entre 800 y 900, los largos ciclos de guerras dinásticas en China, que duraron siglos, y las insurrecciones recientes en el África subsahariana. El año pasado, especialistas en el estudio de los anillos de los árboles publicaron un atlas de 1.000 años de El Niño relacionados con sequías. Los datos de estas sequías coinciden con la caída de la civilización de Angkor de Camboya en torno al año 1400, y la posterior disolución de dinastías en China, Vietnam, Myanmar y Tailandia.

El ciclo conocido como El Niño-Oscilación del Sur, o ENSO, es un ciclo de calentamiento y de enfriamiento periódico del Océano Pacífico tropical que afecta a los patrones del clima de gran parte de África, el Medio Oriente, la India, el sudeste de Asia, Australia y las Américas, donde vive la mitad de la población mundial. Durante la fase fría o La Niña, la lluvia puede ser relativamente abundante en las zonas tropicales. Durante la fase más cálida o El Niño, aumenta la temperatura terrestre y disminuyen las precipitaciones en la mayoría de los lugares afectados. Con la interacción con otros factores tales como el viento y los ciclos de temperatura en los demás océanos, El Niño puede variar enormemente tanto su fuerza como su duración. En su forma más intensa, aporta un calor abrasador y unas sequías que pueden llegar a durar varios años. En latitudes más altas, los efectos se debilitan, desaparecen o se invierten. Las condiciones de La Niña a principios del año 2011 provocaron sequías en el suroeste de EE.UU. y en partes del África oriental.

Los autores del estudio citado rastrearon el ENSO de 1950 a 2004 y lo correlacionaron con inicios de conflictos civiles en los que murieron más de 25 personas en un año determinado. Los datos incluyen 175 países y 234 conflictos, más de la mitad de los cuales causaron cada uno más de 1.000 muertes en el campo de batalla. Para los países cuyo clima está controlado por el fenómeno, se encontraron con que durante La Niña, la posibilidad de iniciar una guerra civil fue un 3 por ciento, mientras que durante El Niño, la probabilidad se duplicó, hasta el 6 por ciento, como se ve en la figura. Los países no afectados por el ciclo se mantuvieron en un 2 por ciento tanto con el Niño como con la Niña. En general, el equipo calculó que El Niño puede haber jugado un papel en un 21 por ciento de las guerras civiles en todo el mundo y en casi el 30 por ciento en los países afectados por El Niño.

En marrón, porcentaje de Riesgo de Conflictos Anuales (ACR) de los países influenciados por el ENSO en función del valor del índice El Niño de mayo a diciembre: con La Niña, ACR = 3 %, con El Niño, ACR = 6 %.
En azul, el mismo porcentaje para los países no influenciados por el Niño, en los que ACR permanece constante a un 2 %.
Las zonas sombreadas representan los intervalos de confianza del 90 %.
El Niño = valores positivos, La Niña = valores negativos

El mal tiempo parece inclinar a los países más pobres hacia el caos con más facilidad. La rica Australia, por ejemplo, está influenciada por el ENSO, pero nunca ha padecido una guerra civil.

En 1982, un poderoso fenómeno de El Niño golpeó la empobrecida sierra del Perú, destruyendo las cosechas. Ese año, los ataques guerrilleros por parte del movimiento revolucionario Sendero Luminoso se convirtieron en una guerra civil a gran escala de más 20 años, que aún chisporrotea en la actualidad.

Las fuerzas del sur de Sudán ya estaban frente a frente con el norte dominante, cuando una intensa guerra estalló en el mismo año de El Niño de 1963. La insurrección fue disminuyendo, pero apareció de nuevo en 1976, otro año de El Niño. Después, en 1983 hubo un gran fenómeno de El Niño y un brote catastrófico de más de 20 años de lucha en el que murieron 2 millones de personas, podría decirse que ha sido el conflicto más sangriento del mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto acabó en verano del 2011, cuando el sur de Sudán se convirtió en una nación independiente, pero continúan los combates en las zonas fronterizas.

Algunos otros países en los que los conflictos han tendido a estallar durante El Niño incluyen El Salvador, Filipinas y Uganda (1972), Angola, Haití y Myanmar (1991), y el Congo, Eritrea, Indonesia y Ruanda (1997).

Los autores dicen que no pretenden explicar por qué el clima alimenta el conflicto. Pero si un país tiene desigualdad social, la gente es pobre, y hay tensiones subyacentes, parece posible que el clima puede dar el empuje definitivo. Cuando las cosechas son malas, la gente puede decidir empuñar un arma simplemente para ganarse la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario