La nueva primera ministra danesa Helle Thorning-Schmidt
El hecho de que Dinamarca se hará cargo de la Presidencia de la Unión Europea el próximo 1 de enero, sustituyendo a Polonia dará, sin duda, un impulso a las políticas de energía "verde" en la UE, que desde Varsovia no se han visto como una prioridad, pero que con toda seguridad si lo serán para Copenhague.
El nuevo gobierno de centro izquierda danés ya ha indicado que se promoverá la Hoja de Ruta Climática 2050 que publicó la Comisión a principios de este año y la Hoja de Ruta de la Energía 2050, que se acaba de publicar el 13 de diciembre. También ha dicho que va a promover la adopción de la Directiva de Eficiencia Energética de la UE, y que tratará de encontrar el modo de limitar la cantidad de cuotas de emisiones de CO2 en el Sistema de Comercio de Emisiones Europeo (ETS), para ayudar a impulsar el precio del CO2. Por supuesto, con el danés Connie Hedegaard como Comisario del Clima, Dinamarca ya tiene una figura verde con poder en Bruselas.
Pero hay mucho más que eso. Cuando se trata de energía verde y de políticas climáticas, los daneses también están tratando de predicar con el ejemplo. El mes pasado, el Gobierno danés presentó un plan de energía, "Nuestra Energía del Futuro", que pondrá a Dinamarca en lo que bien puede llamarse como una carrera radical hacia la descarbonización.
El gobierno ha declarado que quiere eliminar todo el uso de combustibles fósiles para el año 2050. Eso es revolucionario, si se tiene en cuenta que los combustibles fósiles suministraron el 79% del consumo bruto de energía en Dinamarca el año pasado. Y que quiere hacerlo sin energía nuclear y sin captura y almacenamiento de carbono (CCS).
¿Cómo? Eso es ciertamente una pregunta muy interesante a la que el resto de Europa espera ver cual será la respuesta danesa. En ese sentido, Dinamarca puede ser considerada como un campo de pruebas fascinante para las políticas de descarbonización de ámbito europeo. Muy brevemente, el plan de Copenhague consiste en ampliar el uso de la energía eólica (pasar del 22 % actual de la producción total de electricidad a la friolera de 50 % en 2020), así como el uso de la biomasa, y con una fuerte inversión en redes inteligentes, en movilidad eléctrica y en más interconexiones con países vecinos.
Este plan plantea algunas preguntas interesantes, tales como:
- ¿Puede el sistema eléctrico hacer frente a un porcentaje tan elevado de energía eólica?
- ¿Cuál será su efecto sobre el sistema eléctrico europeo, dado que prácticamente todos los países vecinos de Dinamarca también están tratando de ampliar grandemente su capacidad de energía eólica?
- ¿Puede la biomasa ser producida de manera "sostenible" y rentable en las grandes cantidades que van a ser necesarias?
- ¿Con qué rapidez se implementarán las redes inteligentes y los vehículos eléctricos y cuáles serán sus efectos en el sistema eléctrico?
- ¿Puede crear los daneses las innovaciones tecnológicas que la revolución verde necesitará para ser económicamente sostenible?
Estas son preguntas que los daneses apenas están empezando a hacerse a sí mismos. Para ellos lo más importante parece haber sido establecer los objetivos primero y preocuparse después. Tampoco parecen estar muy preocupados por los costos de todo esto. Por lo menos, todavía no.
En resumen, nos espera un semestre de presidencia danesa muy interesante desde el punto de vista de la energía.
Para más información: Danes decline oil, gas, coal and nuclear, publicado en European Energy Review del 12 de diciembre.
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