El pasado 31 de octubre el diario Le Monde publicaba una entrevista a un geólogo español sobre lo ocurrido en Valencia. La reproduzco.
“El aumento de las temperaturas del mar Mediterráneo y la urbanización generalizada de las zonas inundables de la Comunitat Valenciana explican la magnitud de los daños causados por el episodio de “gota fría” o DANA registrado en la Comunitat Valenciana el martes 29 de octubre , según Antonio Aretxabala, doctor en geología de la Universidad de Zaragoza y experto en catástrofes naturales.
Las lluvias torrenciales y las inundaciones no son nada nuevo en el sudeste español, pero parecen cada vez más destructivas.
La temperatura del mar Mediterráneo sigue aumentando debido al calentamiento global. Este verano volvió a batir récords. Por tanto, la atmósfera es más cálida y está llena de vapor de agua. Sin embargo, cuando el viento del Levante, procedente del Mediterráneo, cálido y húmedo, se encuentra con una depresión aislada de aire frío procedente de gran altura, una lengua de aire frío procedente del Polo Norte, como ocurrió el martes, llama DANA o “gota fría”, esto provoca lluvias torrenciales. Un fenómeno meteorológico más extremo, puesto que el aire se carga con millones de toneladas de agua debido al aumento de las temperaturas. Así, en las inmediaciones de Valencia, durante más de ocho horas, cayeron cerca de 500 litros por metro cuadrado, lo que le hace excepcional por su intensidad. Esto corresponde a un año de lluvias normales en el noreste de España
Francia y Europa central también han experimentado importantes inundaciones en las últimas semanas. ¿Estamos hablando del mismo fenómeno?
En todos estos casos, el calentamiento del Mediterráneo es dinamita. Cuanto más aumentan las temperaturas, más vapor de agua se llena la atmósfera. Y cuanto menor es la diferencia de energía entre Polo Norte y Ecuador, más corrientes de aire frío tienden a separarse, pasear, ondularse y llegar cada vez más al sur. Estos fenómenos meteorológicos extremos seguirán aumentando porque estamos viviendo las consecuencias reales del cambio climático.
Asimismo, venimos de una situación de grave sequía prolongada en la ribera mediterránea española. ¿Existe un vínculo entre estos dos fenómenos?
De la misma forma que las lenguas de aire frío se mueven cada vez más al sur, las masas de aire cálido se mueven cada vez más al norte. Con el cambio climático, cada vez existen más episodios extremos: las sequías son más largas, las precipitaciones son más violentas. Es una especie de caos climático y esto no es ninguna sorpresa. Los científicos llevamos 30 años dando la alarma.
Los daños en Valencia son especialmente graves. ¿Cómo lo explicas?
España es el país con más presas en relación a la superficie. Esto creó una falsa sensación de seguridad, en torno a la idea de que podríamos controlar las inundaciones, absorber el exceso de lluvia y verterlo gradualmente en los canales de descarga, sin riesgo. Desde los años 50 y 60 construimos en zonas inundables, muy cercanas a los ríos, y volcamos hormigón en todas direcciones, lo que provocó la pérdida de permeabilidad del suelo. En la región de Valencia, en particular, las llanuras aluviales han sido muy urbanizadas. Con todo esto, presas y ramblas (canales naturales de evacuación de cursos de agua) no son suficientes para hacer frente a caudales como lo visto estos días.
En su opinión, ¿es probable que este tipo de episodios se repitan?
Sí. De hecho, sólo hay una solución, la retirada estratégica: compensar a las personas que viven en estas zonas inundables y encontrarles alojamiento en otro sitio, para corregir los errores que cometimos en el pasado. No se trata de pensar que hemos perdido la guerra contra la naturaleza, como algunos la presentan, sino de buscar una forma de vivir en simbiosis con ella. Esto requiere tiempo y dinero, pero si no queremos seguir perdiendo vidas y gastando millones de euros sin parar en reconstruir lo destruido, no hay otra solución...”
Si resumimos esta conversación, las causas de lo ocurrido son:
1. El mar Medierráneo se ha calentado, aumentando la evaporación y, por tanto, la cantidad de agua en la atmósfera.
2. El calentamiento del Artic hace que la diferencia de la energía entre el polo norte y el ecuador disminuya, lo que favorece que el aire frío se mueva más fácilmente hacia el sur. Inversamente, el aire caliente también se promoverá más fácilmente hacia el norte, provocando sequías más largas y más frecuentes. Así pues, estas gotas frías, que siempre han existido, son cada vez más frecuentes.
3. Se ha construido en zonas inundables y, en consecuencia, los daños, tanto materiales como personales, son muy elevados.
¿Solución? No reconstruir nada en las zonas inundables. Es una solución radical, pero la única efectiva y, a la larga, la más económica.
El problema es que volverán a reconstruir allí mismo donde ha habido las desgracias, y dentro de un tiempo, volverá a ocurrir lo mismo. Los intereses económicos de algunos son los que mandan, gobierne quien gobierne.