Se acaba de publicar un nuevo estudio sobre la circulación en el Atlántico norte (Anomalously weak Labrador Sea convection and Atlantic overturning during the past 150 years) que evidencia que este punto clave en el sistema global de circulación oceánica se encuentra actualmente en su punto más débil en los últimos 1.600 años. Si este sistema sigue debilitándose, podría alterar los patrones climáticos desde los Estados Unidos y Europa hasta el Sahel africano, y provocar un aumento más rápido del nivel del mar en la costa este de los Estados Unidos.
La circulación del Océano Atlántico juega un papel clave en
la regulación del clima global. El sistema de circulación en aguas profundas,
conocido como la Correa Transportadora Oceánica Global, envía agua cálida y
salada de la Corriente del Golfo al Atlántico Norte, donde libera calor a la
atmósfera y calienta Europa occidental. El agua más fría se hunde a grandes
profundidades y viaja hasta la Antártida y finalmente regresa a la corriente
del Golfo.
El estudio citado se basa en un análisis exhaustivo de los
registros de sedimentos oceánicos, y demuestra que este debilitamiento de la
circulación del Atlántico comenzó hacia el final de la Pequeña Edad de Hielo,
un período frío de siglos que duró hasta alrededor del año 1850. Parece que
cuando el Atlántico Norte comenzó a calentarse al final de la Pequeña Edad de
Hielo, el aumento de la aportación de agua dulce modificó el sistema de la
Circulación Meridional de Derivación Atlántica (AMOC, por sus siglas en inglés,
Atlantic Meridional Overturning Circulation). El hielo marino del Ártico y las placas
de hielo y glaciares que rodean este océano comenzaron a derretirse, formando
una enorme fuente natural de agua dulce que afluía en el Atlántico Norte. Esta
gran afluencia de agua dulce diluyó la superficie del agua de mar, haciéndola
más liviana y menos capaz de hundirse profundamente, ralentizando el sistema
AMOC.
Para investigar la circulación del Atlántico en el pasado, los
autores de este estudio han estudiado el tamaño de los granos de los sedimentos
depositados por las corrientes de aguas profundas; cuanto más grandes son los
granos, más fuerte es la corriente. Además, han usado una variedad de métodos
para reconstruir las temperaturas oceánicas cercanas a la superficie en
regiones donde la temperatura está influenciada por la fuerza del AMOC. Combinados,
estos enfoques sugieren que el AMOC se ha debilitado en los últimos 150 años en
aproximadamente 15 a 20 %.
Estos datos cuestionan los modelos climáticos globales actuales,
ya que la circulación en el Atlántico Norte es mucho más variable de lo que se pensaba.
Podría ser porque los modelos no tienen placas de hielo activas, o tal vez hubo
más derretimiento del Ártico y, por lo tanto, entró más agua dulce en el
sistema de lo que se estima actualmente.
Otro estudio, también publicado hace pocos días, Observed fingerprint of a weakening Atlantic Ocean overturning circulation, analiza los
datos del modelo climático y las temperaturas pasadas de la superficie del mar,
y llega a la conclusión que AMOC se ha debilitado más rápidamente desde 1950 en
respuesta a calentamiento global reciente.
Juntos, los dos nuevos estudios proporcionan una evidencia
de que el actual AMOC es excepcionalmente débil.
Lo que es común a los dos períodos de debilitamiento de AMOC, el final de la Pequeña Edad de Hielo y las últimas décadas, es que ambos se calentaron y se derritieron. Se podría predecir que, como el calentamiento y el derretimiento continuarán en el futuro debido a las continuas emisiones de dióxido de carbono, AMOC continuará debilitándose. Sin embargo, al igual que los cambios pasados en el AMOC han sorprendido, puede haber sorpresas futuras inesperadas. Por ejemplo, hasta hace poco se pensaba que el AMOC era más débil durante la Pequeña Edad de Hielo, pero estos nuevos resultados muestran lo contrario, lo que destaca la necesidad de mejorar la comprensión de este sistema.
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