Según publica Eurostat, los precios de la electricidad españoles figuran entre los más elevados de Europa, tanto los precios para la industria media (las industrias grandes consumidoras de energía, como la fabricación de aluminio, de acero, etc., tienen precios especiales) como los precios para usos domésticos. Sólo el Reino Unido e Irlanda, dos islas, tienen unos precios más elevados que los españoles. Esto no contribuye en nada a que tengamos una industria competitiva.
Y lo peor del caso es que
el llamado déficit de tarifa, es decir, la diferencia entre lo que paga el
consumidor y lo que cuesta producir la electricidad sigue existiendo, a pesar
de que el único objetivo importante del gobierno de PP, por lo que se refiere a
la energía, era de eliminarlo. Si tuviéramos que pagar la electricidad al
precio que realmente cuesta, la pagaríamos más cara que en el Reino Unido o que
en Irlanda.
Con un precio así, no es
extraño que la industria española esté ahogada. Y los consumidores, también. Y
todo es por falta de una política energética planeada a largo plazo, lo que no
han hecho ni los gobiernos del PSOE ni los del PP.
Lo que sí debemos decir
es que el precio de la electricidad no aumenta en España desde hace tres años.
Pero esto no tiene mucho mérito, ya que pasa lo mismo en casi todos los países
europeos importantes, con la excepción del Reino Unido.
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