No es por alarmar a nadie, pero se acaba de publicar un estudio que afirma que el aumento de la temperatura puede provocar un aumento del número de pacientes con piedras en el riñón, titulado Daily Mean Temperature and Clinical Kidney Stone Presentation in Five U.S. Metropolitan Areas: A Time-Series Analysis. Este estudio se ha realizado sobre 60.433 pacientes de cinco ciudades norteamericanas cuyos climas son diferentes (Atlanta, Chicago, Dallas, Los Ángeles y Filadelfia) entre los años 2005 y 2011, bajo los auspicios de The Urologic Diseases in America Project y del National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases. Es decir, que parece una cosa seria.
Cuando las temperaturas medias diurnas aumentan por encima de los 10 ºC , en todas las ciudades
estudiadas salvo en Los Ángeles aumentan los casos de pacientes con piedras en
el riñón, con un máximo cuando estas temperaturas duran tres días. Por lo que
concierne a la población más joven, el número de casos de pacientes con
cálculos renales ha crecido espectacularmente en los últimos 25 años.
La explicación es que las altas temperaturas contribuyen a la
deshidratación, con lo que aumenta la concentración de calcio y de otros
minerales en la orina, lo que promueve la formación y el crecimiento de las
piedras en el riñón.
El número de días cálidos durante el año tiene más importancia que la
temperatura media. Por ejemplo, Atlanta y Los Ángeles tienen la misma
temperatura media (17 ºC ),
pero Atlanta tiene más días calurosos que Los Ángeles, y el doble de problemas
con piedras en el riñón.
“El número de pacientes
con cálculos renales ya ha ido en aumento durante los últimos 30 años, y
podemos esperar que esta tendencia continúe, tanto en número como en áreas
geográficas más amplias, ya que las temperaturas diarias aumentan”, concluyen
los autores. “Como algunos expertos predicen que temperaturas extremas serán la
norma dentro de 30 años, los niños se llevarán la peor parte del cambio
climático”.
El equipo del estudio
también encontró que las temperaturas exteriores muy bajas aumentan el riesgo
de cálculos renales en tres ciudades: Atlanta, Chicago y Filadelfia. Los
autores sugieren que el clima tan frío mantiene a la gente en el interior,
donde las temperaturas son más elevadas. Los cambios en la dieta y la
disminución de la actividad física pueden aumentar el riesgo de cálculos
renales.
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