Como a mucha gente, lo del Tea Party me ha interesado. ¿Qué piensa esta gente? ¿Son tan carcas como nos dicen? El blog de Antón Uriarte habla del libro An Inconvenient Book - Real Solutions to the World's Biggest Problems, de un tal Glenn Beck, para entender un poco este fenómeno. El libro trata de 22 temas. El primero, del cambio climático.
De entrada, el señor Beck nos resume en seis puntos lo que piensa sobre el cambio climático:
1. Sí, creo que el globo se ha calentado un poco. Aproximadamente 0,74 º C (± 0,18 º C) en los últimos 100 años. ¡Un margen de error del 26%!
2. Sí, creo que la humanidad es responsable de una parte de este calentamiento, pero no estoy convencido al 100% de cuanto.
3. Creo que los cambios naturales están jugando también un papel en este calentamiento y que la única constante del clima es el cambio.
4. Creo que aún no entendemos del todo el funcionamiento del clima, y que debemos ser cuidadosos hasta que lo entendamos.
5. No creo que las supuestas soluciones, como el Protocolo de Kioto, sean una respuesta, por muchas razones.
6. Creo que la ciencia, los gobiernos y los medios de comunicación, deberían dejar de tapar la boca a las opiniones disidentes.
Un séptimo punto, medio en broma:
7. Ya que vivo en el Noreste, me gustaría tener un calentamiento global de unos 30 grados en invierno y un enfriamiento global de unos 10 grados en verano. Un poco de brisa global tampoco estaría mal. Evidentemente, se trata aquí de grados Farenheit y, conociendo el Noreste americano en invierno, no puedo más que darle la razón.
Diré que estoy prácticamente de acuerdo con lo que resume el señor Beck de su pensamiento sobre el cambio climático. Veamos ahora algo más de detalle de lo que dice.
Empezamos por el punto 4, donde dice que no entendemos del todo el funcionamiento del clima. Pone el ejemplo de un artículo publicado en 2007 por David Bromwich sobre el calentamiento de la Antártida. En este artículo, que por cierto no tuvo demasiado eco, se dice que "lo mejor que podemos decir ahora mismo es que los modelos climáticos no aciertan cuando observamos los datos de los últimos 50 años de la Antártida continental... Buscamos algún pequeño signo del impacto de la actividad humana, y es difícil encontrarlo por el momento". Es decir, el continente antártico no se calienta como debería hacerlo según los modelos. Si esto es así, tenemos que llegar a la conclusión de que los modelos no son lo suficientemente buenos. La respuesta oficial es que tenemos pocas observaciones del continente antártico (que tiene una superficie grande como los Estados Unidos y México, y sólo doscientas estaciones meteorológicas) y que, por tanto, las conclusiones del profesor Bromwich no tienen ninguna base.
Pero desde el año 1978 la temperatura de la baja atmósfera de todo el planeta se mide por satélite. A pesar de que las medidas por satélite son indirectos y, por tanto, menos precisas que las convencionales, presentan las mismas tendencias. En la entrada anterior me he entretenido en consultar las medidas por satélite de las zonas polares norte y sur, y se puede ver en las figuras de la misma que, en efecto, el continente antártico no parece que se caliente, contrariamente a lo que pasa en el polo norte. Aunque es verdad que las temperaturas medidas por satélite del continente antártico son muy irregulares, y que la recta de regresión tiene un coeficiente de correlación muy pequeño, no se puede decir es que la Antártida se esté calentando. De modo que el profesor Bromwich parece tener razón. Como consecuencia, podemos decir que, en efecto, es muy probable es que los modelos actuales sobre el clima no seann lo suficientemente buenos.
No cree el señor Beck en los ahorros individuales de emisiones de CO2, ya que son perfectamente insignificantes si tenemos en cuenta el aumento de las emisiones chinas. El aumento de las emisiones chinas de aquí a 2020 será muy importante, equivalente a las emisiones de 2.000 millones de “cuatro-cuatros” que hagan, cada uno, 20.000 Km. por año.
En cuanto al protocolo de Kioto, que pretende limitar las emisiones de CO2 de los países industrializados, está claro que no se cumplirá, ni en la Unión Europea de los 15, que fue la que más se comprometió. Y, aunque se cumpliera, sus efectos sobre el clima serían minúsculos, ya que los países no industrializados, como China o India, no tienen ninguna obligación en este tratado. Además, estos países no tienen ningún interés en gastar miles de millones para reducir sus emisiones, sólo para luchar contra un problema que tardará décadas en producirse, si es que se produce, y que se producirá mayormente fuera de sus fronteras.
La solución propuesta en el libro es muy sencilla: no hacer nada. Copio:
Me pone enfermo sentir la pregunta: ¿pero el gobierno no debería probar algo? No, respondo, debería probar algo inteligente. Cuando el gobierno prueba algo, sólo hace que crear nuevos problemas sin resolver los antiguos. La única solución es innovar y adaptarse.
Un ejemplo claro de innovación es que el coste de la energía eólica ha bajado un 60% desde 1990, y el de la energía fotoeléctrica es sólo un 2% del que tenía cuando se empezó a utilizar en los satélites. Estas tecnologías se adoptarán por todas partes cuando, y sólo cuando, su coste sea competitivo. Claro que el gobierno puede ayudar a esta innovación con reducción de impuestos y otros incentivos, pero no hay nada como la competitividad para resolver este problema.
Resumiendo: con respecto al cambio climático, si no fuera que no me gusta el té, yo sería también del Tea Party.
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