Todo el mundo está de acuerdo: la economía está enferma. Los síntomas incluyen disminuciones del gasto y de la confianza de los consumidores, junto con una contracción del comercio internacional y del crédito disponible. Añadamos un colapso en los valores inmobiliarios, en la industria del automóvil (que sólo vive a base de subvenciones) y en las líneas aéreas y nos encontramos con una imagen realmente triste.
Pero, ¿qué ha causado esta crisis economía mundial global? Entre los principales medios de comunicación, los dirigentes políticos y los economistas más importantes hay casi unanimidad de opinión: estos recientes problemas han aparecido debido a una combinación de préstamos inmobiliarios de muy baja calidad y de una mala regulación de los derivados financieros.
Este es el Diagnóstico Convencional. Si es correcto, entonces el tratamiento de la enfermedad de nuestra economía debería lógicamente incluir fuertes dosis de dinero de rescate para las instituciones financieras acosadas, los prestamistas hipotecarios, y para las empresas de automóviles, una mejor regulación de los mercados de futuros y derivados, y programas de estímulo para reactivar el gasto de los consumidores. Que es lo que está haciendo, provocando un aumento muy importante de las deudas públicas.
Pero, ¿y si este diagnóstico fuera fundamentalmente erróneo? Pasaría como en una enfermedad: todos sabemos la tragedia que se puede llegar a producir a causa de una interpretación errónea de los síntomas por parte del médico, si confunde una enfermedad con otra.
Algo parecido cabe decir de nuestra enfermedad económica nacional y mundial. Si no entendemos bien la causa de todo lo que está pasando, es poco probable que aplicamos la medicina correcta y, al hacerlo, podríamos terminar con un resultado mucho peor que si aplicáramos el verdadero remedio.
Hay una cosa segura: el Diagnóstico Convencional es claramente, al menos en parte, correcto. Las conexiones causales entre los préstamos hipotecarios subprime y las crisis de bancarias se han explorado a fondo y son bien conocidas. Es evidente que en los últimos años, las burbujas especulativas del sector inmobiliario y del sector financiero se han hinchado hasta dimensiones colosales, y que su ruptura era inevitable. Es difícil no estar de acuerdo con que las raíces de la crisis residen en los excesos de la década anterior. En ella el mundo disfrutó de un boom extraordinario. Pero el boom global se construyó en gran parte como un castillo de naipes, ya que, en muchos países occidentales, el boom se ha creado sobre una montaña de deuda de los consumidores, de las empresas y de algunos gobiernos. Podemos decir que durante 25 años, Occidente ha estado consumiendo más de lo que hemos estado produciendo y que, por tanto, hemos estado viviendo más allá de nuestros medios.
Pero, ¿esto solo nos puede dar la explicación para llegar raíz de la confusión económica mundial?
Hay quien hace la hipótesis de que los acontecimientos graves que nos han llevado a la crisis inmobiliaria, los mercados de derivados, de las industrias de automóviles y de las compañías aéreas eran sólo síntomas de una disfunción sistémica mucho más profunda, y que anuncia el fin del crecimiento económico tal como la hemos conocido.
En resumen, hay quien propone un Diagnóstico Alternativo. Esta explicación de la crisis económica no es para los débiles de corazón, porque, si es correcta, implica que el paciente está mucho más enfermo que el que hasta los economistas más pesimistas nos dicen. Pero si es correcto, entonces, si no hacemos caso corremos un riesgo mucho más importante.
Crecimiento económico, Crisis financiera y Pico del Petróleo
La teoría del pico de Hubbert, también conocida como cenit del petróleo, pico del petróleo o agotamiento del petróleo, es una teoría sobre la tasa de agotamiento a largo plazo del petróleo, así como de otros combustibles fósiles. Predice que la producción mundial de petróleo llegará a su cenit y después declinará tan rápido como creció, resaltando el hecho de que el factor limitador de la extracción de petróleo es la energía requerida y no su coste económico. Desde hace varios años, cada vez más comentaristas han previsto una crisis financiera, en base este pronóstico en la valoración de que la producción mundial de petróleo estaba a punto de llegar a su pico.
Su razonamiento es éste: la energía es el último facilitador del crecimiento económico. La expansión industrial durante los últimos dos siglos, en todos los casos se ha basado en el aumento del consumo de energía. Más concretamente, el crecimiento de la industria ha estado totalmente ligado a la disponibilidad y el consumo de energía barata a partir del carbón y del petróleo (y, más recientemente, del gas natural). Sin embargo, los combustibles fósiles, por su propia naturaleza se agotan, son recursos no renovables. Por lo tanto (según la tesis de Pico de Petróleo), la imposibilidad final de seguir incrementando los suministros de una energía fósil probablemente conducirá a una cesación del crecimiento económico en general, a menos que las fuentes de energía alternativas y la eficiencia de la uso de la energía se puedan desplegar rápidamente hasta un grado suficiente.
De los tres combustibles fósiles convencionales, el petróleo es posiblemente el más vital económicamente, ya que suministra el 95 por ciento de la energía todos los medios de transporte, así como la base de la importantísima industria de los plásticos. Además, el petróleo es el combustible con el que encontraremos problemas de suministro más pronto, ya que los descubrimientos de petróleo mundial han ido disminuyendo desde hace décadas, y la mayoría de los países productores de petróleo ya están viendo que su producción disminuye.
Así que, siguiendo esta lógica, el fin del crecimiento económico es inevitable, y el Pico de Petróleo es probablemente el disparador.
¿Por qué Pico de Petróleo debería conducir no sólo a problemas en la industria del transporte, sino una crisis económica y financiera más general? Durante el siglo pasado el crecimiento se ha institucionalizado como el nervio de nuestro sistema económico. Cada ciudad y cada negocio quieren crecer. Esto es comprensible sólo en términos de la naturaleza humana: casi todo el mundo quiere una ventaja competitiva respecto a otra persona, y el crecimiento ofrece la oportunidad de conseguirlo. Pero también hay un motivo de supervivencia financiera: sin crecimiento, las empresas y los gobiernos no están en condiciones de honrar sus deudas. Y la deuda se ha convertido en endémica en el sistema industrial. Durante el último par de décadas, la industria de servicios financieros ha crecido más rápidamente que cualquier otro sector de la economía. En esencia, el bienestar actual de la economía se apoya en la deuda, y la garantía de esta deuda consiste en una apuesta de que el próximo año los niveles de producción y de consumo serán superiores a los de este año.
Como el crecimiento no puede continuar indefinidamente en un planeta finito, esta apuesta, y su incorporación a las instituciones de financiación, se puede decir que constituyen la historia de una estafa piramidal a escala planetaria. Hemos justificado los préstamos actuales con la creencia irracional que el crecimiento perpetuo es posible, necesario, e inevitable. En efecto, hemos tomado prestado de las generaciones futuras para que pudiéramos jugar hoy con su capital.
Hasta hace poco, el argumento del Pico del Petróleo ha sido considerado sólo como una previsión de que la inevitable disminución de la producción mundial de petróleo, cuando llegue, matará el crecimiento. Pero aquí es donde la previsión se convierte en diagnóstico: durante el periodo de 2005 a 2008, la producción dejó de crecer y los precios del petróleo aumentaron a niveles récord. En julio de 2008, el precio de un barril de petróleo fue de cerca de $ 150 (superior a cualquier precio del petróleo en términos ajustados por inflación) y la economía mundial comenzó a caer. Las industrias del automóvil y las líneas aéreas vieron caer sus ventas, y los consumidores ordinarios tuvieron problemas para comprar gasolina para ir a trabajar sin dejar de pagar sus hipotecas. El gasto de los consumidores comenzó a declinar. En septiembre de 2008, la crisis económica ya era también una crisis financiera.
Este aumento tan importante del precio del petróleo sin que su producción aumentara nos hace pensar que ya hemos llegado o que ya no estamos muy lejos del Pico de Petróleo.
¿Cómo se puede afirmar que la crisis del 2008 está relacionada con el precio del petróleo? En primer lugar, examinando las recesiones anteriores y el precio del petróleo se puede establecer una correlación muy clara. Así pues, el aumento del precio del petróleo a mediados del 2008 se corresponde con la recesión que hemos sufrido. Y, en segundo lugar, hay un estudio muy interesante que explica que la disminución del precio de las casas en Estados Unidos no vino de golpe, sino que empezó por el de las viviendas situadas lejos de los puestos de trabajo, cosa lógica, ya que la aumento del precio del petróleo hacía difícil hacer frente al aumento del gasto para ir a trabajar.
Pero también podemos preguntarnos: ¿por qué, si la producción mundial de petróleo acababa de llegar a un pico, cayeron los precios del petróleo en los últimos cinco meses de 2008? Y, si los precios del petróleo fueron un factor importante de la crisis económica, ¿por qué la economía no comenzó a volver a funcionar cuando los precios se habían suavizado?
Iremos contestando estas preguntas y seguiremos avanzando en la tesis del Diagnóstico Alternativo en otras entradas, ya que esta empieza a ser demasiado larga.
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