martes, 17 de abril de 2012
¿Se hunde el barco del CO2 europeo?
Pocos temas tienden a generar tanto debate en Europa como el régimen europeo de Comercio de Emisiones (ETS – Emissions Trading Scheme). No es de extrañar, ya que el ETS es la piedra angular de la ambiciosa política climática de Europa. También es único en el mundo. Cuenta tanto con fervientes seguidores como con detractores que tienen el mismo fervor.
Incluso los partidarios del proyecto, sin embargo, coinciden en que en este momento el ETS no está funcionando del todo bien. Los precios de los derechos de emisión de CO2, que forman el corazón del sistema, son demasiado bajos para impulsar la inversión en tecnologías bajas en carbono. Si no se hace nada, el ETS podría colapsarse por completo, y con él, el buque insignia de los instrumentos europeos de la política climática.
Como resultado, se ha establecido un feroz debate en Bruselas sobre qué hacer acerca del ETS. Este debate ha abierto profundas divisiones, tanto en la Comisión Europea, como entre los Estados miembros y en el seno de la industria. A resultas de esto, los comisarios del Clima y de la Energía de la Comisión están, al menos aparentemente, en desacuerdo. El Reino Unido ha anunciado que va a introducir un límite inferior del precio del carbono emitido, mientras que Polonia desea desmantelar tanto el paquete climático como el energético de la Unión, y las compañías productoras de energía están pidiendo a la Comisión Europea que intervenga e impulse los precios del CO2 tan pronto como sea posible, mientras que la industria intensiva en energía insiste en que no hay que hacer ninguna intervención política.
Aunque parezca extraño, la persona que más habla en los últimos tiempos de la necesidad de solucionar el ETS ha sido comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, y no la comisaria del Clima, Connie Hedegaard. En una cena organizada por el Foro Europeo de la Energía en marzo, argumentó que el precio actual de las emisiones de CO2 de 6 € por tonelada es demasiado bajo para cambiar el sistema energético europeo y que hay que hacer algo al respecto. Anunció que en septiembre apoyaría una propuesta de la Comisión a tal efecto, al tiempo que advertía que un precio de los derechos de emisión de más de 20 € por tonelada no sería aceptable para la industria europea en el actual momento económico.
Hay diferentes interpretaciones del repentino entusiasmo de Oettinger por el ETS. Algunos dicen que ha dado instrucciones a su propio gabinete para elaborar una propuesta para llegar a una solución, porque le gustaría solicitar una revisión completa del plan, y no una solución rápida como sería la retirada de una gran cantidad de derechos de emisión, retirada que tiene cada vez más partidarios entre la industria de producción de energía. Una retirada implicaría dejar fuera de circulación una gran cantidad de derechos de emisión que se deberían subastar en el período 2013-20. Por el contrario, una revisión completa requeriría mucho tiempo de procedimientos legales y podría terminar yendo en una dirección completamente diferente, por ejemplo, volver a abrir el debate sobre cómo se asignan los derechos, o sobre la compensación a las industrias intensivas en energía que operan a nivel internacional. Se dice que Oettinger está buscando un nuevo acuerdo que sea mejor para este sector.
Con toda seguridad el ETS será prioritario en la agenda de ministros de Medio Ambiente de la UE cuando se reúnan informalmente la próxima semana en Horsens, Dinamarca, en paralelo con los ministros de Energía. Durante un almuerzo de trabajo, los ministros de Medio Ambiente van a discutir la manera de asegurarse de que el mercado de carbono siga siendo la columna vertebral de la política climática de la UE. Se han programado cinco oradores representando a las empresas para proporcionar ideas: los consejeros delegados de los gigantes energéticos Enel y Eon (en representación de la asociación de las empresas eléctricas de la UE, Eurelectric), de Alstom, en nombre del Grupo de Líderes Empresariales sobre el Cambio Climático, de Shell, del Deutsche Bank y de BusinessEurope. Todos, excepto el último, argumentarán a favor de una retirada de buena parte de los derechos de emisión. En una carta a los diputados a principios de este año, BusinessEurope les pidió que rechazaran esta retirada para promover un debate más amplio sobre el marco de la política general del clima y el futuro a largo plazo del ETS.
La batalla por el futuro del régimen del comercio de emisiones de la UE (ETS) es en realidad una batalla por el futuro de la política climática de la UE. Rara vez los responsables políticos y las empresas ha estado tan profundamente divididos. Tal vez el único punto sobre el que la mayoría de las partes interesadas pueden ponerse de acuerdo es en que hay un problema que necesita solucionarse. El ETS fue creado para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y establecer un precio de referencia para las inversiones bajas en carbono. Es difícil negar que el objetivo principal del régimen de Comercio de Emisiones no se está cumpliendo, objetivo que establece un límite de las emisiones de los sectores energético e industrial en constante disminución que se debería traducir en el año 2020 en una reducción del 21% por debajo de los niveles de 2005. Por cada tonelada de carbono emitido por encima de su límite individual, una empresa debe comprar un derecho de emisión equivalente en el mercado, lo que debería representar una reducción de emisión de una tonelada de carbono en algún otro lugar.
Pero cuando se creó el plan, se pensó que al ir bajando las emisiones aumentarían los precios del carbono emitido por encima del límite fijado a cada empresa, lo que impulsaría las inversiones en procesos bajos en emisiones de CO2. Los políticos de la UE previeron un precio del carbono seis veces mayor de lo que es hoy, cerca de 40 € por tonelada en lugar de los 6 € actuales. Un precio de 6 € por tonelada no es ningún incentivo para invertir en procesos bajos en emisiones de CO2. Las compañías eléctricas también piensan que el precio está muy por debajo de las expectativas y que no proporciona el incentivo adecuado para que las compañías eléctricas hagan las inversiones necesarias para alcanzar los objetivos climáticos. Pero el problema es todavía más grave, ya que el precio ha bajado porque los legisladores han dado enormes subsidios en la forma de derechos de emisión gratuitos.
Cada vez son más los que piensan que el precio de los derechos de emisión es demasiado bajo debido a un exceso de oferta. Esto se atribuye a varios factores. Los últimos estudios académicos sugieren que antes de la recesión ha habido algunos esfuerzos para reducir las emisiones, principalmente la sustitución del carbón por el gas. Sin embargo, las dos principales razones de la sobreoferta son: la recesión (que hizo caer la producción de emisiones) y la superposición del ETS con otras políticas de descarbonización, en particular la directiva de energía renovable de la UE.
No hay duda de que los renovables son necesarias para la descarbonización, pero hay un debate sobre cómo deben estimularse las inversiones en energías renovables: a través del ETS (Eurelectric lo ha venido sosteniendo durante mucho tiempo para poner fin a un tratamiento especial para las energías renovables) o a través de subvenciones a las energías renovables. En realidad, cada nueva instalación de energía renovable reduce la demanda de derechos de admisión y, por tanto, su precio, pero no reduce forzosamente las emisiones de CO2, ya que hay demasiados derechos de emisión. La existencia del objetivo de llegar a un 20 % de energía renovable a la vez que la permanencia del régimen de Comercio de Emisiones ha dado lugar a un aumento de las instalaciones de renovables sin reducir el consumo de combustibles fósiles.
Se calcula que habría de retirar 1.600 millones de permisos de emisión de aquí al 2020 para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de la UE.
Veremos lo que se decide en las próximas reuniones de los ministros de Energía y de Medio Ambiente, pero nada induce a pensar que el problema se vaya a solucionar en el corto plazo. Las diferencias de criterio son demasiado importantes.
European Energy Review
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