domingo, 25 de marzo de 2012
Los altos precios del petróleo van para largo
Andamos todos preocupados cada vez que nos acercamos a la gasolinera para repostar. Gasolinas y gasóleos están cada vez más caros, debido al aumento del precio del petróleo, que, salvo una punta en julio del 2008, justo antes de la crisis, alcanza ahora mismo sus precios más elevados. Y, en julio del 2008, por un euro te daban 1,55 dólares, mientras que ahora te dan 1,30. Y lo peor es que estos altos precios del petróleo es muy probable que estén aquí para quedarse.
Hay factores inmediatos que contribuyen a este elevado precio del petróleo, como las amenazas de Irán de bloquear el transporte de petróleo en el Golfo Pérsico, los temores de una nueva guerra de Oriente Medio, y la agitación en Nigeria, país rico en energía. Algunas de estas presiones sobre el precio del petróleo podrían disminuir en los próximos meses, proporcionando un alivio temporal al llenar el depósito. Pero la principal causa de sus precios elevados es un cambio fundamental en la estructura de la industria petrolera, que no se puede corregir, por lo que los precios del petróleo están destinados a permanecer elevados durante un largo tiempo.
En términos de energía, ahora estamos entrando en un mundo cuya sombría naturaleza todavía no comprendemos plenamente. Este cambio fundamental ha sido provocado por la desaparición del petróleo relativamente accesible y barato, el llamado “petróleo fácil”, en la jerga de los analistas de la industria, es decir, el tipo de petróleo que ha alimentado una expansión impresionante de la riqueza mundial en los últimos 65 años y la creación de un sinfín de comunidades suburbanas orientadas al uso del automóvil. Este petróleo casi se está agotando, a excepción del que se encuentra en países devastados por la guerra, como Irak
Una prueba de ello fue proporcionada por la Agencia Internacional de Energía (AIE) en su revisión de 2010 de las perspectivas mundiales del petróleo. En la preparación de su informe, el organismo examinó los rendimientos históricos en los campos de producción mayores del mundo, el “petróleo fácil”, de los que la abrumadora mayoría de la energía del mundo sigue dependiendo. Los resultados fueron preocupantes: se espera que estos campos pierdan las tres cuartas partes de su capacidad productiva en los próximos 25 años, lo que representa la desaparición de 52 millones de barriles por día de suministro de petróleo del mundo, o aproximadamente el 75% de la producción actual de petróleo crudo. Las implicaciones son que, o se encuentra petróleo nuevo para reemplazar los 52 millones de barriles, o la Edad del Petróleo pronto se acercará a su fin y la economía mundial se vendrá abajo.
Sin embargo, el mundo aún alberga grandes reservas de petróleo, pero el problema es que estas reservas son mucho más difíciles de explotar y de refinar. Se trata de la variedad llamada “tough oil”, que podemos traducir como “petróleo difícil”. A partir de ahora, cada barril que consumamos será más costoso de extraer, más costoso de refinar y, por lo tanto, más caro en las gasolineras. Es decir, los que afirman que el mundo sigue “inundado” de petróleo tienen técnicamente razón: el planeta todavía alberga vastas reservas de petróleo. El problema es que, o se encuentran en lugares más difíciles de explotar (en aguas profundas o en las regiones Árticas) o en una forma que necesita un proceso de transformación antes del refino (arenas bituminosas de Canadá o petróleo pesado de Venezuela). Estas reservas, llamadas no convencionales, pueden explotarse, pero a menudo a un precio muy elevado, no sólo en dólares sino también en daños al medio ambiente.
Vale la pena hacer un rápido recorrido por algunos de los lugares en donde podremos encontrar este petróleo para examinar el “prometedor” nuevo mundo del petróleo del siglo XXI.
Petróleo en aguas profundas
Las compañías petroleras han estado perforando en zonas de alta mar desde hace algún tiempo, especialmente en el Golfo de México y el Mar Caspio. Hasta hace poco, sin embargo, tales esfuerzos siempre se llevaron a cabo en aguas relativamente poco profundas (unos pocos cientos de metros, a lo sumo) permitiendo a las compañías petroleras usar taladros convencionales montados sobre muelles. La perforación en aguas profundas es un asunto completamente diferente. Se requiere de plataformas de perforación especializadas, sofisticadas y extremadamente costosas que se pueden valorarse en miles de millones de dólares.
La plataforma semisumergible Deepwater Horizon, destruida en el Golfo de México en abril de 2010 como consecuencia de una explosión catastrófica, es un ejemplo bastante típico de este fenómeno. La plataforma fue construida en 2001, con un coste de unos 500 millones de dólares, y cuesta alrededor de un millón de dólares por día en personal y mantenimiento. En parte como resultado de estos elevados costos, BP tenía mucha prisa para terminar el trabajo en el pozo Macondo para poder trasladar la plataforma Deepwater Horizon a otra ubicación de la perforación. Tales consideraciones financieras, según muchos analistas, explican la premura con que la tripulación del buque selló el pozo, lo que llevó a una fuga de gases explosivos y la explosión subsiguiente. BP ahora tendrá que pagar más de 30.000 millones de dólares para satisfacer todas las reclamaciones por los daños causados por el derrame masivo de petróleo.
Tras el desastre, el gobierno de Obama impuso una prohibición temporal de perforación en aguas profundas. Apenas dos años más tarde, la perforación en aguas profundas del Golfo de México ha vuelto a los niveles anteriores al desastre. El presidente Obama también ha firmado un acuerdo con México, permitiendo la perforación en la parte más profunda del Golfo, a lo largo de la frontera marítima con México.
Mientras tanto, la perforación en aguas profundas se está acelerando en otros lugares. Brasil, por ejemplo, se está moviendo para explotar sus campos "pre-sal" (llamados así porque se encuentran por debajo de una capa movediza de sal) en las aguas del Océano Atlántico, lejos de la costa de Río de Janeiro. Nuevos campos mar adentro se están desarrollando de manera similar en las aguas profundas frente a Ghana, Sierra Leona y Liberia.
En 2020, según algunos analistas, los campos en aguas profundas suministrarán el 10% de petróleo del mundo, frente a sólo el 1% en 1995. Pero esta producción no es barata: la mayor parte de estos nuevos campos tendrá un costo de decenas o centenares de miles de millones de dólares para desarrollarse, y sólo serán rentables mientras el petróleo se siga vendiendo a 90 dólares o más por barril.
Los campos de aguas profundas de Brasil, considerados por algunos expertos como el descubrimiento de petróleo más prometedor de este siglo, serán especialmente caros, ya que se encuentran bajo 2.500 metros de agua y 4.000 metros de arena, roca y sal. Serán necesarios los equipos de perforación más avanzados y costosos del mundo, algunos de los cuales aún están en fase de desarrollo. Petrobras, la empresa de energía controlada por el Estado, ya ha comprometido en este proyecto 53 mil millones de dólares para el período 2011-2015, y la mayoría de los analistas creen que será sólo un modesto pago inicial de un coste final que puede ser impresionante.
El petróleo del Ártico
Se espera que el Ártico proporcione una parte significativa del suministro de petróleo del mundo futuro. Hasta hace poco, la producción en el extremo norte ha sido muy limitada. Aparte del área de la Bahía de Prudhoe de Alaska y una serie de campos en Siberia, las principales empresas han dejado bastante de lado la región. Pero ahora, viendo que no hay otras opciones, se están preparando para las incursiones más importantes en un Ártico que se encuentra en pleno deshielo.
Desde cualquier perspectiva, el Ártico es el último lugar donde se pueda uno dirigir para extraer petróleo. Las tormentas son frecuentes y las temperaturas invernales muy bajas. La mayoría del equipamiento ordinario no funcionará bajo estas condiciones. Son necesarios equipos especializados y costosos. Los equipos de trabajo no podrán vivir mucho tiempo en la región. Los suministros más básicos, como alimentos, combustible, materiales de construcción, deberán traerse desde miles de kilómetros de distancia a un elevado costo.
Sin embargo, el Ártico tiene sus atractivos: para ser exactos, miles de millones de barriles de petróleo sin explotar. Según el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS), el área al norte del Círculo Polar Ártico, con sólo el 6% de la superficie del planeta, contiene aproximadamente el 13% del petróleo restante (y una proporción aún mayor de gas natural). Son números que ninguna otra región del planeta puede igualar.
Las principales empresas energéticas se están preparando para explotar las riquezas del Ártico. Este verano, la compañía holandesa Shell espera iniciar una perforación de prueba en los mares de Beaufort y Chukchi, adyacentes al norte de Alaska. El gobierno de Obama aún debe otorgar los permisos finales de operación para estas actividades, pero se espera su aprobación. Al mismo tiempo, las empresas Statoil y otros están planeando perforaciones en el Mar de Barents, al norte de Noruega.
Al igual que con todos los escenarios extremos, el aumento de producción en el Ártico aumentará significativamente los costos operativos de las compañías petroleras. Shell, por ejemplo, ya ha gastado 4 mil millones de dólares solamente en la preparación de pruebas de perforación en las costas de Alaska, sin producir un solo barril de petróleo. El desarrollo a gran escala en esta región ecológicamente frágil, con la feroz oposición de los ambientalistas locales y de los pueblos indígenas, multiplicará esta cifra.
Arenas bituminosas y petróleo pesado
Otra parte importante de la oferta mundial de petróleo del futuro se espera que sea a partir de las arenas bituminosas canadienses, también llamadas "arenas petrolíferas" y del petróleo extra pesado de Venezuela. Ninguno de ellos es un petróleo como lo entendemos normalmente. Al no ser líquidos en su estado natural, no pueden ser extraídos por los materiales de perforación tradicionales, pero existen en gran abundancia. Según el USGS, las arenas bituminosas de Canadá contienen el equivalente de 1,7 billones de barriles de petróleo convencional (líquido), mientras que se dice que los depósitos pesados de Venezuela albergan otro billón de barriles de petróleo equivalente, aunque no todo este material es considerado "recuperable" con la tecnología existente.
Hasta ahora, las arenas bituminosas de Canadá se han obtenido a través de un proceso similar a la minería a cielo abierto, utilizando palas enormes para escarbar la mezcla de arena y asfalto. Pero la mayoría de los betunes de las arenas bituminosas de la provincia de Alberta que se hallaban cerca de la superficie, se han agotado, lo que significa que toda la extracción del futuro requerirá un proceso mucho más complejo y costoso. El vapor deberá inyectarse en mayores concentraciones y a más profundidad para fundir el betún y permitir su recuperación por medio de grandes bombas. Esto requiere de una inversión colosal en infraestructura y energía, así como la construcción de instalaciones de tratamiento para todos los residuos tóxicos que se obtengan. De acuerdo con la Canadian Energy Research Institute, para el pleno desarrollo de arenas petrolíferas de Alberta, se requeriría una inversión mínima de 218 mil millones de dólares en los próximos 25 años, sin incluir el costo de la construcción de gasoductos a los Estados Unidos para su procesamiento en las refinerías de Estados Unidos.
El desarrollo de petróleo pesado de Venezuela requerirá una inversión a una escala comparable. La faja del Orinoco, una concentración especialmente densa de petróleo pesado junto al río Orinoco, se cree que contiene reservas recuperables de 513 mil millones de barriles de petróleo, tal vez la mayor fuente de petróleo sin explotar del planeta. Pero la conversión de este betún, que tiene una forma parecida a la melaza, en un combustible líquido utilizable supera con creces la capacidad técnica o los recursos financieros de la compañía petrolera estatal, Petróleos de Venezuela SA. En consecuencia, ahora está buscando socios extranjeros dispuestos a invertir los 10 o 20 mil millones de dólares que se necesitan solo para construir las instalaciones necesarias.
Los costos ocultos
Las reservas de “petróleo difícil” como éstas proporcionarán la mayor parte del petróleo nuevo en el mundo en los próximos años. Una cosa está clara: aunque se puede sustituir el “petróleo fácil” en nuestras vidas, el costo de todo lo relacionado con el petróleo, ya sea en la gasolinera, en los productos derivados del petróleo, en los fertilizantes, etc., va a subir. Hay que acostumbrarse a ello. Si las cosas suceden como se prevé actualmente, nos tendremos que empeñar para pagar el petróleo en las próximas décadas.
Y esos son sólo los costos más evidentes en una situación en la que abundan los costos ocultos, sobre todo los que conciernen el medio ambiente. Al igual que con el desastre del Deepwater Horizon, la extracción de petróleo de las profundidades marinas y de las zonas geográficas extremas sólo se podrá hacer con unos riesgos ambientales cada vez mayores. Después de todo, aproximadamente cinco millones de barriles de petróleo se han vertido en el Golfo de México, gracias a la negligencia de BP, causando grandes daños a los animales y a los hábitats marinos costeros.
Tengamos en cuenta que, a pesar de lo catastrófico que fue, esta catástrofe ocurrió en el Golfo de México, donde pudieron movilizarse importantes elementos de limpieza y donde la capacidad de recuperación del ecosistema natural es relativamente robusta. El Ártico y Groenlandia representan una historia totalmente distinta, dada su distancia de las posibilidades de limpieza existentes y dada la extrema vulnerabilidad de sus ecosistemas. Los esfuerzos para restaurar estas zonas como consecuencia de derrames masivos de petróleo costaría mucho más que los 30 - 40 mil millones de dólares que se espera que pague BP por los daños causados por el Deepwater Horizon y serán mucho menos eficaces.
Además de todo esto, muchos de los campos más prometedores de “petróleo difícil” se encuentran en Rusia, en la cuenca del Mar Caspio, y cerca de las conflictivas zonas de África. Para operar en estas áreas, las compañías petroleras se enfrentan no sólo a los costos previsiblemente altos de extracción, sino también a los gastos adicionales que implican los sistemas locales de soborno y extorsión, al sabotaje por parte de grupos guerrilleros, y a las consecuencias de conflictos civiles.
En resumen, la gasolina cara va para largo.
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