Después del tornado catastrófico de Joplin, Missouri, se ha vuelto a decir que esta catástrofe es debida al cambio climático.
En las figuras ponemos, por una parte, las temperaturas de marzo a agosto en loe Estados Unidos, desde el año 1950 al 2010, que han ido en aumento.
Por otro lado, los tronados de fuerza 3 a 5, en cambio, tienen una tendencia descendente.
A la vista de estos gráficos, se hace difícil afirmar que el aumento de tornados fuertes en los Estados Unidos tiene una relación con el aumento de las temperaturas.
Los tornados se clasifican en seis tipos:
Para saber más sobre tornados: El Rincón del Vago
martes, 24 de mayo de 2011
domingo, 22 de mayo de 2011
Agujero de ozono y cambio climático
El agujero de la capa de ozono situado sobre la Antártida, que se forma cada primavera austral, juega un papel importante en el cambio climático, según un trabajo publicado en Science el 22 de abril pasado. Su título es Impact of Polar Ozone Depletion on Subtropical Precipitation.
Este agujero de la capa de ozono parece tener una influencia dominante sobre la circulación de las corrientes atmosféricas del hemisferio sur, desde hace medio siglo. Estas corrientes tienen influencia sobre las precipitaciones en el ecuador, y provocan de esta manera cambios en el clima.
Este descubrimiento podría convulsionar la estrategia de la lucha contra el calentamiento global, ya que la influencia del agujero de ozono en el clima no se había tenido en cuenta hasta ahora.
Este agujero de la capa de ozono parece tener una influencia dominante sobre la circulación de las corrientes atmosféricas del hemisferio sur, desde hace medio siglo. Estas corrientes tienen influencia sobre las precipitaciones en el ecuador, y provocan de esta manera cambios en el clima.
Este descubrimiento podría convulsionar la estrategia de la lucha contra el calentamiento global, ya que la influencia del agujero de ozono en el clima no se había tenido en cuenta hasta ahora.
El clima del Japón y la deriva continental
Australia, que se había desgajado de la Antártida hace unos 70 millones de años, empezó una deriva hacia el norte. La Corriente Ecuatorial del Sur pasaba directamente del Pacífico al Atlántico, ya que Australia se encontraba demasiado hacia el sur para poder desviarla hacia el norte.
Al seguir derivando Australia hacia el norte, llegó un momento que esta Corriente Ecuatorial del Sur fue desviada hacia el norte. Como se trata de una corriente cálida, el clima del Japón cambió completamente. Este cambio se produjo hace unos 16 millones de años.
Al seguir derivando Australia hacia el norte, llegó un momento que esta Corriente Ecuatorial del Sur fue desviada hacia el norte. Como se trata de una corriente cálida, el clima del Japón cambió completamente. Este cambio se produjo hace unos 16 millones de años.
martes, 17 de mayo de 2011
La influencia del sol sobre el clima, ¿mayor de lo que se creía hasta ahora?
Se acaba de publicar un nuevo trabajo sobre la radiación solar y sus efectos sobre el clima, A new approach to long-term reconstruction of the solar irradiance leads to large historical solar forcing, de A. I. Shapiro, W. Schmutz1, E. Rozanov, M. Schoell, M. Haberreiter1, A. V. Shapiro and S. Nyeki, publicado el pasado 11 de mayo en Astronomy & Astrophysics.
La variable del forzamiento solar es el candidato más probable para el forzamiento natural de los cambios climáticos del pasado en escalas de tiempo de 50 a 1000 años. La evidencia de esta afirmación se encuentra en que el clima terrestre se correlaciona positivamente con la actividad solar. Durante los últimos 10.000 años, el Sol ha experimentado variaciones sustanciales en su actividad y ha habido numerosos intentos de reconstruir la irradiación solar. Si bien hay acuerdo general sobre cómo el forzamiento solar variado durante los últimos cientos de años, todas las reconstrucciones son proporcionales a la actividad solar, hay controversia científica sobre la magnitud del forzamiento solar.
En el artículo mencionado se presenta una reconstrucción de la total y espectral de la irradiación solar que abarca desde los 130 nm hasta las 10 micras, desde 1610 hasta el presente con la resolución anual, y durante el Holoceno con una resolución de 22 años.
Encuentran que la irradiancia solar total y espectral que fue sustancialmente más baja durante el mínimo de Maunder que en la actualidad, lo que no es una novedad. Lo que sí lo es, es que la diferencia es notablemente más grande que otras estimaciones publicadas en la literatura reciente. La magnitud de la variabilidad solar en los ultravioletas, que indirectamente afectan el clima, también supera las estimaciones previas.
De ser ciertas las conclusiones de este artículo, resultaría que la influencia de la variación de la radiación solar sobre el clima sería mucho mayor de lo supuesto por el IPCC, lo que automáticamente acarrea que la influencia de la variación de los gases de efecto invernadero sea menor.
Podemos ver en el gráfico que la reconstrucción de la radiación solar del artículo mencionado sitúa la diferencia entre el mínimo de Maunder y la actualidad en más de 5 W/m2, mientras que la reconstrucción más corrientemente admitida hasta ahora, le de Lear, daba una diferencia de menos de 3 W/m2.
La variable del forzamiento solar es el candidato más probable para el forzamiento natural de los cambios climáticos del pasado en escalas de tiempo de 50 a 1000 años. La evidencia de esta afirmación se encuentra en que el clima terrestre se correlaciona positivamente con la actividad solar. Durante los últimos 10.000 años, el Sol ha experimentado variaciones sustanciales en su actividad y ha habido numerosos intentos de reconstruir la irradiación solar. Si bien hay acuerdo general sobre cómo el forzamiento solar variado durante los últimos cientos de años, todas las reconstrucciones son proporcionales a la actividad solar, hay controversia científica sobre la magnitud del forzamiento solar.
En el artículo mencionado se presenta una reconstrucción de la total y espectral de la irradiación solar que abarca desde los 130 nm hasta las 10 micras, desde 1610 hasta el presente con la resolución anual, y durante el Holoceno con una resolución de 22 años.
Encuentran que la irradiancia solar total y espectral que fue sustancialmente más baja durante el mínimo de Maunder que en la actualidad, lo que no es una novedad. Lo que sí lo es, es que la diferencia es notablemente más grande que otras estimaciones publicadas en la literatura reciente. La magnitud de la variabilidad solar en los ultravioletas, que indirectamente afectan el clima, también supera las estimaciones previas.
De ser ciertas las conclusiones de este artículo, resultaría que la influencia de la variación de la radiación solar sobre el clima sería mucho mayor de lo supuesto por el IPCC, lo que automáticamente acarrea que la influencia de la variación de los gases de efecto invernadero sea menor.
Podemos ver en el gráfico que la reconstrucción de la radiación solar del artículo mencionado sitúa la diferencia entre el mínimo de Maunder y la actualidad en más de 5 W/m2, mientras que la reconstrucción más corrientemente admitida hasta ahora, le de Lear, daba una diferencia de menos de 3 W/m2.
sábado, 14 de mayo de 2011
La caída del Imperio Antiguo y las variaciones de la radiación solar
Los faraones del Imperio Antiguo de Egipto construyeron lo que sería el más admirable legado del mundo antiguo: las pirámides de Giza. Pero luego de casi mil años de estabilidad, su autoridad central se desintegró y el país cayó en el caos durante más de cien años. De esta época data la pequeña tumba de Ankhtifi, un gobernador regional del sur de Egipto. Los jeroglíficos encontrados allí informaban que “todo el Alto Egipto estaba muriendo de hambre, a tal grado que las personas llegaron a devorar a sus propios hijos”.
Los estudios meticulosos de los registros que existen desde el siglo séptimo sobre las inundaciones del Nilo permiten ver las enormes diferencias de tamaño que existían entre las inundaciones anuales, desbordamientos que eran vitales para irrigar la tierra. Pero no existe ningún registro sobre el año 2200 antes de Cristo.
En las colinas de Israel, en una caverna cerca de Tel Aviv, se encuentra un registro natural y único de los cambios climáticos del pasado en forma de las estalagmitas y estalactitas. Lo que estas formaciones geológicas muestran es una repentina y dramática caída del 20% en las precipitaciones, el más grande evento climático en 50 siglos. ¿El año? 2200 antes de Cristo.
Pero como Israel y Egipto se encuentran en sistemas climáticos distintos, se necesita una evidencia de algún cambio climático mundial que pueda vincularse con el Imperio Antiguo.
Esta prueba se puede encontrar en los períodos de extrema frialdad (pequeñas edades de hielo) que se presentan en Europa cada 1500 años y tienen una duración aproximada de 200 años.
Analizando los sedimentos del fondo de la parte meridional del Atlántico Norte, Gerard Bond, de la Universidad de Columbia, observó que, con un ciclo de unos 1.500 años, los sedimentos de rocas depositadas por los glaciares del este de Canadá y de Groenlandia llegaban más al sur y eran más abundantes. La explicación es que hubo unos períodos fríos que aumentaron el volumen de los glaciares y que hicieron que los icebergs fundieran más hacia el sur, donde dejaron caer las rocas que transportaban a fondo del mar.
Gerard Bond encontró nueve de estos ciclos en los últimos 12.000 años. Estos ciclos coinciden con las temperaturas de los testigos de los cilindros de hielo extraídos de Groenlandia y del Antártico, lo que refuerza la hipótesis de que ha habido ciclos reales y significativos de enfriamiento durante el holoceno.
En el gráfico vemos que el ciclo 0 se produjo hace relativamente poco, y coincide con la pequeña edad del hielo. El ciclo 3 se produjo hace unos 4.200 años, y coincide con el fin del antiguo imperio egipcio.
¿A qué se deben estos ciclos de enfriamiento del Atlántico Norte? Es posible que sean debidas a la variación de la radiación solar recibida por la Tierra, ya que hay una correlación estrecha entre la producción de carbono-14 y de berilio-10 con los ciclos de sedimentos del fondo del mar.
Persistent Solar Influence on North Atlantic Climate during the Holocene, de Gerard Bond
Los estudios meticulosos de los registros que existen desde el siglo séptimo sobre las inundaciones del Nilo permiten ver las enormes diferencias de tamaño que existían entre las inundaciones anuales, desbordamientos que eran vitales para irrigar la tierra. Pero no existe ningún registro sobre el año 2200 antes de Cristo.
En las colinas de Israel, en una caverna cerca de Tel Aviv, se encuentra un registro natural y único de los cambios climáticos del pasado en forma de las estalagmitas y estalactitas. Lo que estas formaciones geológicas muestran es una repentina y dramática caída del 20% en las precipitaciones, el más grande evento climático en 50 siglos. ¿El año? 2200 antes de Cristo.
Pero como Israel y Egipto se encuentran en sistemas climáticos distintos, se necesita una evidencia de algún cambio climático mundial que pueda vincularse con el Imperio Antiguo.
Esta prueba se puede encontrar en los períodos de extrema frialdad (pequeñas edades de hielo) que se presentan en Europa cada 1500 años y tienen una duración aproximada de 200 años.
Analizando los sedimentos del fondo de la parte meridional del Atlántico Norte, Gerard Bond, de la Universidad de Columbia, observó que, con un ciclo de unos 1.500 años, los sedimentos de rocas depositadas por los glaciares del este de Canadá y de Groenlandia llegaban más al sur y eran más abundantes. La explicación es que hubo unos períodos fríos que aumentaron el volumen de los glaciares y que hicieron que los icebergs fundieran más hacia el sur, donde dejaron caer las rocas que transportaban a fondo del mar.
Gerard Bond encontró nueve de estos ciclos en los últimos 12.000 años. Estos ciclos coinciden con las temperaturas de los testigos de los cilindros de hielo extraídos de Groenlandia y del Antártico, lo que refuerza la hipótesis de que ha habido ciclos reales y significativos de enfriamiento durante el holoceno.
¿A qué se deben estos ciclos de enfriamiento del Atlántico Norte? Es posible que sean debidas a la variación de la radiación solar recibida por la Tierra, ya que hay una correlación estrecha entre la producción de carbono-14 y de berilio-10 con los ciclos de sedimentos del fondo del mar.
Persistent Solar Influence on North Atlantic Climate during the Holocene, de Gerard Bond
viernes, 13 de mayo de 2011
Los impuestos de gasolinas y gasóleos
Actualmente, en la Unión Europea, cada país miembro es libre de poner los impuestos a gasolinas y gasóleos, siempre que se respete el mínimo fijado por Bruselas, que es de 0,33 euros/litro de gasoil y de 0,359 euros/litro de gasolina. Para 2013, el impuesto mínimo del gasoil subirá a 0,359 euros/litro, y para 2018 a 0,412, mientras que el mínimo para la gasolina no se modificará.
Un estudio reciente muestra que los impuestos reales sobre gasolinas y gasóleos para el transporte en realidad han disminuido 0,10 euros/litro desde 1999 en la Unión Europea, si se miden en euros de 2010. Los gráficos siguientes muestran esta evolución en cuatro países, España, Alemania, Italia y Francia. Es curioso el caso de Italia, país en que el gasoil prácticamente no pagaba impuestos a principios de los años 80. De los cuatro países, España es el que tiene unos impuestos más bajos.
Por lo que respecta a los precios, los gráficos siguientes resumen su evolución en estos cuatro países. Se puede ver como, en los cuatro países, ha habido una clara evolución de gasolina a gasoil (la curva promedio evolucione hacia el precio del gasoil, lo que indica que su porcentaje ha aumentado). También podemos ver que el precio es menor en España, lo que hace que nuestro país tenga un consumo de gasolina y de gasoil “turístico”, proveniente de Francia y de Portugal.
La Comisión Europea tiene el proyecto de cambiar completamente los impuestos sobre los combustibles, de manera que no se tase el volumen, sino la energía contenida y las emisiones de CO2. Si esta propuesta se acepta, el gasoil costará en el futuro más que la gasolina, y los biocombustibles serán más económicos que ahora. Los países miembros perderían su capacidad para fijar los impuestos sobre los combustibles. El impuesto sobre la emisión de CO2 sería del mismo orden que el precio del comercio de emisiones de carbono, es decir, de unos 20 euros por tonelada emitida. Este impuesto no se aplicaría a las centrales eléctricas ni a las industrias implicadas en el comercio de emisiones de carbono.
Queda por ver si los países miembros aceptarán la idea de perder competencias sobre estos impuestos.
Un estudio reciente muestra que los impuestos reales sobre gasolinas y gasóleos para el transporte en realidad han disminuido 0,10 euros/litro desde 1999 en la Unión Europea, si se miden en euros de 2010. Los gráficos siguientes muestran esta evolución en cuatro países, España, Alemania, Italia y Francia. Es curioso el caso de Italia, país en que el gasoil prácticamente no pagaba impuestos a principios de los años 80. De los cuatro países, España es el que tiene unos impuestos más bajos.
Por lo que respecta a los precios, los gráficos siguientes resumen su evolución en estos cuatro países. Se puede ver como, en los cuatro países, ha habido una clara evolución de gasolina a gasoil (la curva promedio evolucione hacia el precio del gasoil, lo que indica que su porcentaje ha aumentado). También podemos ver que el precio es menor en España, lo que hace que nuestro país tenga un consumo de gasolina y de gasoil “turístico”, proveniente de Francia y de Portugal.
La Comisión Europea tiene el proyecto de cambiar completamente los impuestos sobre los combustibles, de manera que no se tase el volumen, sino la energía contenida y las emisiones de CO2. Si esta propuesta se acepta, el gasoil costará en el futuro más que la gasolina, y los biocombustibles serán más económicos que ahora. Los países miembros perderían su capacidad para fijar los impuestos sobre los combustibles. El impuesto sobre la emisión de CO2 sería del mismo orden que el precio del comercio de emisiones de carbono, es decir, de unos 20 euros por tonelada emitida. Este impuesto no se aplicaría a las centrales eléctricas ni a las industrias implicadas en el comercio de emisiones de carbono.
Queda por ver si los países miembros aceptarán la idea de perder competencias sobre estos impuestos.
domingo, 1 de mayo de 2011
El campo magnético y el clima
Hace una década, Henrick Svensmark, un científico danés, sugirió que los rayos cósmicos ayudan a la formación de nubes. Las partículas cargadas, o rayos cósmicos bombardean constantemente la Tierra. Estamos protegidos de los rayos cósmicos por los campos magnéticos del sol y de la Tierra. El campo magnético de la Tierra es más débil que el del sol. Cuando estos campos son fuertes, llegan menos rayos cósmicos a la Tierra.
Las nubes no surgen de la nada. El vapor de agua de la atmósfera forma gotas por condensación alrededor de pequeños núcleos. Hay algunos indicios de que las partículas cargadas eléctricamente en la atmósfera, o iones, son una parte importante en este proceso de nucleación. Se sabe que los rayos cósmicos son una fuente para la ionización de la atmósfera. Siguiendo esta hipótesis, cuando los campos magnéticos del sol y/o de la tierra disminuyen, se deberían formar más nubes, lo que daría lugar a un enfriamiento del clima.
En un artículo publicado en 2009, Is there a link between Earth magnetic field and low-latitude precipitation?, se presentan registros del clima que se remontan a 5.000 años y que parecen mostrar una estrecha relación entre la precipitación en los trópicos y los cambios en el campo magnético de la Tierra.
El campo magnético de la Tierra varía considerablemente y en los últimos 1.500 años se ha debilitado. El artículo muestra una correlación entre esta variabilidad, y, más recientemente, el descenso, del campo magnético de la tierra y los cambios en los patrones de precipitaciones en el trópico, extraídos de las estalagmitas de dos cuevas en Omán y en China, como se ve en la figura. El porcentaje de isótopo de oxígeno de las estalagmitas que crecen del suelo fangoso de estas cuevas contiene información del clima del pasado, incluyendo la pluviosidad local.
En el caso de la cueva china, la correlación es muy significativa. En la cueva de Omán no lo es tanto. Sin embargo, con estos datos no se puede decir nada sobre la pluviosidad global, por lo que harán falta muchos estudios más antes de confirmar esta hipótesis.
Se ha observado una disminución medias del campo terrestre del 1,7 % en los últimos 25 años, y en algunas regiones, como en el Atlántico sur, esta disminución ha sido del 10 %, a la vez que se ha observado una drástica aceleración de la deriva de los polos magnéticos.
De confirmarse esta correlación entre el campo magnético y el clima, se podría decir que el debilitamiento del campo magnético terrestre que vivimos actualmente tendería a enfriar el clima global.
Las nubes no surgen de la nada. El vapor de agua de la atmósfera forma gotas por condensación alrededor de pequeños núcleos. Hay algunos indicios de que las partículas cargadas eléctricamente en la atmósfera, o iones, son una parte importante en este proceso de nucleación. Se sabe que los rayos cósmicos son una fuente para la ionización de la atmósfera. Siguiendo esta hipótesis, cuando los campos magnéticos del sol y/o de la tierra disminuyen, se deberían formar más nubes, lo que daría lugar a un enfriamiento del clima.
En un artículo publicado en 2009, Is there a link between Earth magnetic field and low-latitude precipitation?, se presentan registros del clima que se remontan a 5.000 años y que parecen mostrar una estrecha relación entre la precipitación en los trópicos y los cambios en el campo magnético de la Tierra.
El campo magnético de la Tierra varía considerablemente y en los últimos 1.500 años se ha debilitado. El artículo muestra una correlación entre esta variabilidad, y, más recientemente, el descenso, del campo magnético de la tierra y los cambios en los patrones de precipitaciones en el trópico, extraídos de las estalagmitas de dos cuevas en Omán y en China, como se ve en la figura. El porcentaje de isótopo de oxígeno de las estalagmitas que crecen del suelo fangoso de estas cuevas contiene información del clima del pasado, incluyendo la pluviosidad local.
La relación entre la lluvia y el campo magnético de la Tierra durante los últimos 5000 años, como se ve en la Cueva Dongge, en China. El eje de la izquierda muestra la proporción de isótopos de oxígeno (línea azul) - un indicador de la lluvia. El eje de la derecha muestra el campo magnético de la Tierra (línea de color negro). La escala de tiempo de eje X va desde hace 5000 años hasta el presente.
En el caso de la cueva china, la correlación es muy significativa. En la cueva de Omán no lo es tanto. Sin embargo, con estos datos no se puede decir nada sobre la pluviosidad global, por lo que harán falta muchos estudios más antes de confirmar esta hipótesis.
Se ha observado una disminución medias del campo terrestre del 1,7 % en los últimos 25 años, y en algunas regiones, como en el Atlántico sur, esta disminución ha sido del 10 %, a la vez que se ha observado una drástica aceleración de la deriva de los polos magnéticos.
De confirmarse esta correlación entre el campo magnético y el clima, se podría decir que el debilitamiento del campo magnético terrestre que vivimos actualmente tendería a enfriar el clima global.